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Terciopelo Subterráneo

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lunes, 30 de junio de 2014

CINNAMON 74. Por Eloísa Guerra.

CINNAMON 74. Por Eloísa Guerra. Prólogo Este libro contiene notas que salieron publicadas en La Médula, Arte, cultura y política, La Luciérnaga y Terciopelo Subterráneo, Música, cultura y actualidad. Las notas van desde los simples ejercicios, retratados en reseñas, hasta notas más complejas con fuentes y data de libros. Hay tres entrevistas, una a la maravillosa Elvira Ceballos, otra a Gustavo Sala y la última, ya para Terciopelo, al líder de Año Luz, Jorge Cueto. En el momento de empezar a trabajar y publicar La Médula (una revista de tirada corta que salió desde septiembre de 2009 a julio de 2011), yo venía de trabajar para una página web llamada CBA Noticias y el periodismo me entusiasmaba mucho. Después de que el entusiasmo se apagó, me di cuenta de que podía ser un pequeño oficio paralelo a la escritura. Y ahí estaba Terciopelo Subterráneo, que me dio de comer y cuyas notas iban escritas con rapidez y obstinación, frente a una realidad que las tenía todas en contra. Uno no disfruta de algo cuando lo hace sin pasión, por obligación o simplemente para contentar a alguien más. Por suerte, para mí, el periodismo ha sido siempre una fuente de rebeldía, una forma de decir lo que pienso y un apasionamiento alocado, capaz de llevarme a proezas, discusiones, y dolores de cabeza. Pero sin duda, lo más interesante de todo, es poder no tener miedo. Cuando uno elige una profesión, elige con ella todo el riesgo, el peligro, y los obstáculos que ella acarrea. John y Yoko: Dos vírgenes viviendo entre leones. Imaginemos por un momento: un astro pop asediado por los fans, asfixiado por la fama y embrutecido por las drogas. “Eso” era John Lennon en 1966, al momento de atravesar las puertas de la Indico Gallery en Londres para asistir a una exposición de arte. John Dunbar, amigo de John y dueño del lugar, le presentó a la artista, era una pequeña japonesa de vestimenta andrajosa que no sonreía, sino que se mantenía incólume y callada. Para muchos, Lennon sería la “presa fácil” de una mujer trepadora y sagaz. A las acusaciones de fans, amigos íntimos y biógrafos, se le suma el fuerte componente machista y racista de la idiosincrasia occidental, que explica por sí sólo las acusaciones. Idiosincrasia magistralmente retratada en la irónica canción de la pareja, Woman Is The Nigger Of The World (La mujer es lo negro del mundo) en la que Lennon grita: “Hacemos que se pinte la cara y dance”, atacando la manipulación de que son objeto las mujeres y los papeles que le son asignados en una sociedad regida por el sexo opuesto. Críticas aparte, lo cierto es que John y Yoko crearon un mito de su amor, una leyenda paralela a la de los mismos Beatles, que por momentos llegaría inclusive a eclipsarla. En diez años de matrimonio desafiaron al sistema establecido, crearon películas, álbumes, amasaron una fortuna y tuvieron un hijo, el ansiado Sean, nacido el mismo día que Lennon, un 9 de octubre de 1975. Según biógrafos, después de aquel encuentro en la Indica Gallery, Yoko comenzó a perseguir a Lennon exigiéndole que apoyara sus emprendimientos artísticos. Dale una oportunidad a la paz Para mayo de 1968, Yoko empezó a asistir a los estudios de Abbey Road junto a Lennon, provocando la ira de los demás Beatles que optaron por una actitud sarcástica y fría. Lennon la sacó del segundo plano una noche en que asistió con ella a una obra en el Teatro Nacional de Londres. La prensa quedó escandalizada y fue el comienzo de un giro en la imagen pública de Lennon. Como bien explica Peter Brown (colaborador de The Beatles, biógrafo): “Fue el inicio de un cambio de ciento ochenta grados para John Lennon, de hijo favorito a objeto de irrisión y controversia”. En octubre de ese mismo año Yoko quedaba embarazada de su primer hijo con Lennon, aunque fue el primero de una serie de embarazos mal habidos. Para colmo por esa época estaban utilizando drogas duras como la heroína y la policía los investigaba. Había un policía en especial, el sargento Norman Pilcher de la Brigada Antidrogas de Scotland Yard que andaba a la caza de astros pop que consumieran estupefacientes. El 18 de octubre, Pilcher golpeó la puerta del apartamento en Plaza Montague (un piso de Ringo Starr en el que la pareja vivía momentáneamente) e inició una requisa con perros policía: encontraron sólo un poco de marihuana en el sótano. Lennon había sido puesto sobre aviso días antes y se había sacado de encima lo más pesado. Poco después, Ono debió ser hospitalizada y horas más tarde sufriría un aborto espontáneo en la Maternidad Reina Carlota. El 28 de noviembre Lennon se declaró culpable de posesión de marihuana, con el acuerdo de liberar a Yoko de la acusación. Fueron multados con ciento cincuenta libras. Ese mismo día salió a la venta el primer álbum experimental de la pareja: Unfinished Music Nº 1: Two Virgins, album que causó revuelo por su portada (una instantánea de los dos desnudos, de frente a la cámara). En noviembre de 1968 se declaró la nulidad del matrimonio Powell-Lennon que fue definitivo seis meses más tarde. El mismo Peter Brown se encargó de manejar el divorcio tanto de Lennon como de Ono-Cox. Lennon accedió a pagar las deudas que Yoko y su ex pareja habían contraído a cambio de que Kyoko, hija de ese segundo matrimonio de Ono, quedara en custodia de su mujer. El 20 de marzo de 1969 John y Yoko se casaron en el Peñón de Gibraltar, con Peter Brown como padrino. La luna de miel (retratada con maestría en La balada de John y Yoko, lanzado como sencillo de The Beatles) inauguró la era de las “ocupaciones de cama”, fenómeno inventado por la pareja para protestar contra la guerra de Vietnam y a favor de los ideales pacifistas. Como bien explica Lennon en una secuencia del documental Imagina, se trató de una campaña publicitaria por la paz en la que desde la cama de un hotel (el primero fue el Hilton de Ámsterdam) el matrimonio congregaba a fotógrafos y periodistas del mundo entero y discurrían largas horas frente a las cámaras. Fueron invitados a las ocupaciones numerosos intelectuales y artistas que eran recibidos cortésmente para que se sumaran a la “encamada”. El 22 de abril de ese mismo año Lennon cambió su segundo nombra Winston, por el apellido de su mujer, pasándose a llamar John Ono Lennon. Con esta acción Lennon se rebelaba contra la tradición patriarcal por la cual la mujer debe ceder su apellido para usar el de su marido. Durante ese año, mientras The Beatles se desintegraban en riñas internas y pérdidas de dinero (su empresa de talentos Apple los había hecho perder fortunas) John y Yoko se vieron involucrados en numerosos proyectos que incluían grabaciones de música experimental, filmaciones de películas 16 milímetros y hasta la formación de su propia compañía: Bag Productions. El 9 de mayo lanzaron en Zapple, un sello subsidiario de Apple, Unfinished Music N· 2: Life With The Lions. Con este álbum continuaba la saga de las vivencias de la pareja: incluía, entre otras cosas, los últimos latidos del bebé perdido por Yoko el año anterior. La tapa era una foto de ambos tomada en la Maternidad Reina Carlota: Ono yaciente en la cama y Lennon a su lado, durmiendo en el piso. A la pérdida de su primer hijo y la crueldad con que los trató la policía se refería el título de la obra: Vida entre leones. Aunque denostado por la crítica y el público, no fue más que un testimonio de la honestidad intelectual que ostentaban John y Yoko en sus piezas artísticas. Ese mismo mes organizaron la segunda “ocupación de cama” esta vez en Montreal, Canadá. La idea original era hacerla en New York, pero las autoridades le negaron la visa a Lennon a causa de su condena por posesión de marihuana. En la habitación del hotel Queen Elizabeth los visitaron Allen Ginsberg y el dibujante Al Capp, entre otros. Éste último protagonizó una escena muy famosa, incluida en Imagina, en la que discute de forma agresiva y grosera con la pareja. La segunda ocupación concluyó con la grabación de Give Peace A Chance (Dale una oportunidad a la paz) un himno pacifista que suplantó en las listas de éxitos a La balada de John y Yoko y el público adoptó como tema obligado en marchas, huelgas y protestas. Poco después de todo ese trajín, Lennon y Ono se mudaron a la mansión de Tittenhurst Park, una finca en las afueras de Ascot, Inglaterra. El predio, que incluía una islita rodeada por un pequeño lago, se convirtió en el primer hogar de los Lennon. Allí volvieron alas drogas duras y durante un período de abstinencia, en el que se habían propuesto dejar el vicio, John escribió una de sus mejores y más crudas canciones llamada Cold Turkey. Esta expresión (que literalmente significa “pavo frío”) es usada en el argot de los heroinómanos que quieren dejar la droga sin sustitutos como la metadona o la morfina y sin ayuda médica. Simplemente se encierran en una habitación y sufren el período de abstinencia hasta que termine. Hay una escena en la película Trainspotting (Dany Boyle, 1996) que ilustra a la perfección lo que significa cold turkey en la vida de un drogadicto. Lennon canta desgañitándose: “Mis pies me pesan mucho/ Y también mi cabeza/ Quisiera ser un bebé/ Quisiera estar muerto”, concluyendo cada estribillo con alaridos de dolor y locura. La BBC prohibió su difusión; público y crítica no lo aceptaron. Lennon lo distribuyó de manera independiente como producto de la Plastic Ono Band. En setiembre de ese mismo año, John y Yoko actuaron en vivo por primera vez, en Toronto, Canadá, junto a un grupo de músicos improvisado para la ocasión (germen de lo que después sería Plastic Ono Band). Lennon quedó tan extasiado con la reacción del público que en el viaje de vuelta, decidió abandonar The Beatles y seguir su carrera sin ellos. Sin embargo, Allen Klein (nuevo manager del grupo después de la muerte de Brian Epstein en 1968), quien había conseguido jugosos adelantos por los álbumes sucesivos de la banda y no quería perder la jugada. El 26 de noviembre Lennon haría una más de sus demostraciones antibelicistas devolviendo su medalla de Miembro del Imperio Británico, que le había entregado la reina en 1965, plena época de la beatlemanía. La nota con que Lennon hizo la devolución, no es más que otra muestra de su rebeldía hacia el gobierno y por supuesto de su sentido del humor: “Su Majestad: Devuelvo este MIB como protesta contra la intervención de Gran Bretaña en el asunto Nigeria-Biafra, contra nuestro apoyo a la guerra de Vietnam y contra el descenso de Cold Turkey en las listas de ventas. Con cariño: John Lennon”. En diciembre de 1970, algunos meses después de la separación definitiva de The Beatles, saldría a la venta Lennon/Plastic Ono Band considerado el primer álbum solista de Lennon, producido por Yoko Ono y Phil Spector. La Terapia del Grito Primal con el doctor Arthur Janov a la que la pareja había estado asistiendo dio sus frutos, resultando este, un álbum catártico. Desde la muerte de su madre (Mother, My Mummy’s dead), hasta sus complejos de clase (Working Class Hero) pasando por su mítico enamoramiento con Yoko (Love, Isolation) y sus desengaños (God –donde canta la famosa frase “el sueño terminó”, refiriéndose a The Beatles-). El álbum fue bien recibido por la crítica y el público, manteniéndose por varias semanas en los primeros puestos de los rankings de Estados Unidos e Inglaterra. Actualmente es considerado uno de los mejores álbumes de la historia del rock. New York, New York En agosto de 1971 John Lennon y Yoko Ono se trasladaron a Estados Unidos. Según informes de detectives privados que habían contratado, Tony Cox se había trasladado a América del Norte llevándose a Kyoko con él; Hacía meses que no sabían nada de ellos. Con el tiempo, la infructuosa búsqueda de la niña fue abandonada, con gran desazón por parte de los Lennon. Salvo por un par de llamadas espontáneas, Yoko jamás volvió a tener contacto con su hija. Una vez instalados en New York, los Lennon vivieron un tiempo en el Greenwich Village, por la calle Brown. Se contactaron enseguida con artistas, poetas, directores de cine underground, grupos de izquierda y defensores de derechos humanos. Esto complicó mucho la delicada situación de Lennon, que tardó cinco años en obtener la Green Card. La presidencia de Nixon y el FBI no le tenían mucha simpatía al astro pop (ver recuadro). En 1973 compraron un departamento en el edificio Dakota (famoso porque en él se había filmado la película El bebé de Rosemary de Roman Polanski, en 1968) enamorados de la vista sobre el Central Park. Pero Lennon no duró mucho en su nuevo hogar. Su abuso de las drogas y el alcohol no había mermado y su relación con Yoko empezaba a deteriorarse. Más precisamente, ella no soportaba los vicios de Lennon y una noche le pidió cortésmente que se fuera. Lennon partió hacia Los Ángeles con una secretaria personal, May Pang, que ofició de nodriza y amante durante lo que él dio en llamar “el fin de semana perdido”, aunque duró casi dos años. Durante este período, Lennon se la pasaba de juerga en juerga con numerosos amigotes, regando sus aventuras con alcohol y cocaína. Yoko, mientras tanto, guardada en el Dakota y víctima de las malas lenguas (se rumoreaba que Lennon la había abandonado), recibía a diario reportes de Pang, que le comentaba cómo iba evolucionando el ex Beatle. Ella le daba instrucciones sobre cómo manejarlo en determinadas ocasiones y evaluaba si estaba listo para volver o no. La reconciliación con Yoko llegó a fines de 1974, una noche en que Lennon tocó junto a Elton John en el Madison Square Garden. Yoko acudió de incógnito y observó desde bambalinas el concierto. Poco después del final, fue a visitar a John al camerino: al verse se sonrieron tímidamente, aún enamorados como la primera vez. El regreso al Dakota recién tuvo lugar dos meses después, con un Lennon ya desintoxicado y responsable de sus actos. El mito A principios de 1975 Yoko quedó embarazada nuevamente y el 9 de octubre llegó al mundo Sean Taro Ono Lennon. Este fue el comienzo de un cambio de roles en la vida del matrimonio: John comenzó a ocuparse del niño y las tareas del hogar; se retiró de la música. Yoko se hizo cargo de los negocios y bajo su influencia la fortuna de Lennon se elevó a grandes números. A principios de 1980 salió Double Fantasy (Doble Fantasía) un álbum con canciones de ambos. Este lanzamiento fue recibido con alborozo por los medios y el público. El 5 de diciembre un joven de unos 25 años llamado Mark David Chapman viajó a New York. Se hospedó en distintos hoteles cerca del Dakota, hasta que el día 8, hizo guardia frente al edificio esperando la salida de Lennon. Esa misma noche, mientras la limousine aparcaba y descendían de ella John y Yoko, Chapman llamó en la oscuridad “¿Señor Lennon?”. Acto seguido descerrajó todo el cargador de su 38. Lennon falleció camino al hospital. Chapman fue apresado inmediatamente, ya que no opuso resistencia, ni siquiera huyó del lugar de los hechos: se quedó hojeando un ejemplar de El guardián entre el centeno (J.D. Salinger, 1951). Cuando le preguntaron si sabía lo que había hecho, se limitó a contestar: “Sí, claro. He matado a John Lennon”. Su perfil coincidía con el de muchos magnicidas, personas con baja autoestima y problemas de personalidad, que pasan de la devoción ciega por un personaje público, al desengaño y el deseo de destrucción. Después de la muerte de Lennon, Ono siguió viviendo en el Dakota y protegiendo el legado de su esposo. John y Yoko quedarán en la memoria colectiva como un par de iconoclastas que se abrieron paso a través del arte en una sociedad prejuiciosa y pacata. Con una obra conjunta de fuerte contenido autobiográfico plasmaron el dolor de cada una de sus vivencias y la intensidad de su amor, desdichas e ideales. Esa herida infinita: El túnel, de Ernesto Sábato A simple vista, El túnel no es más que el relato pormenorizado, escrupuloso, detallado, de un crimen pasional desde la óptica de un neurótico enfermo de celos. Pero si ajustamos la lupa, veremos que detrás de esta obra se esconden una serie de verdades descubiertas tarde o temprano por los habitantes de esta tierra. La soledad, la falta de contención después de la infancia, la conciencia de que cada ser está condenado a una incomunicación desesperante, porque el lenguaje es lo suficientemente precario para que accedamos al entendimiento real. Éstos son los temas que atañen al túnel. Nacido en Rojas, provincia de Buenos Aires, el 24 de junio de 1911, Ernesto Sábato se dedicó en primera instancia a la ciencia. Doctorado en Física por la Universidad Nacional de la Plata en 1938, obtiene una beca para realizar investigaciones sobre radiaciones atómicas en el Laboratorio Curie, en París. Allí sufre una crisis existencial que lo obliga a replantearse su lugar en el mundo y los alcances de la ciencia en lo que a materia de sufrimiento humano respecta. Contrae vínculos con los surrealistas, se entrega a la bebida y a las aventuras amorosas, pese a estar casado con Matilde Kusminsky y ya haber tenido a su primer hijo. En 1940 retorna a la Argentina y luego de pasar unos años enseñando en la Facultad de Ciencias Físico-Matemáticas de La Plata, decide dedicarse de lleno a la actividad literaria y artística. Su primer trabajo será un ensayo Uno y el Universo, que gana en 1945 el primer Premio de la Municipalidad de Buenos Aires y el Gran Premio de Honor de la SADE. Entre 1983 y 1984 preside la CONADEP y realiza la investigación que quedará inmortalizada en el libro Nunca más, erigiéndose de ese modo en el modelo de intelectual comprometido políticamente con la realidad de su país. En 1984 Sábato publica El túnel, que recibe excelentes críticas y es recomendada por Camus para ser traducida al francés. La novela es una trágica historia de amor entre el pintor Pablo Castel y la aristócrata María Iribarne, narrada en primera persona por el protagonista, desde lo que se supone es su encierro en una clínica de enfermos mentales. Por supuesto que esta historia es sólo una excusa, que permite al autor retratarnos un mundo en que la frivolidad barre con lo profundo; un mundo en que la soledad de los protagonistas está simbolizada por ese túnel, por ese abismo que habita cada ser humano y que hace imposible la comunicación de las almas. Enmarcada en la filosofía del existencialismo, El túnel es un paulatino descenso a los infiernos individuales, aquellos que sospechamos, pero que jamás nos atrevemos a mirar de frente. Como dijo el filósofo: “Tenemos el arte para que la verdad no nos mate”. El lazarillo de Tormes. Anónimo Las primeras tres ediciones de esta obra anónima son de 1554, de las ciudades de Burgos, Amberes y Alcalá de Henares. Sin embargo su año de composición es todavía fuente de polémica. En la obra se hace mención a la Batalla de Gelves (1510) y a las Cortes de Toledo (1525), pero estos datos no son suficientes como para fechar su escritura. El libro es una extensa carta dirigida a “Vuestra Merced”, escrita en primera persona y dividida en siete tratados. El motivo por el cual Lázaro de Tormes escribe esta carta relatando su vida pasada como mendigo y su presente de hombre casado que trabaja como pregonero de vinos de un Arcipreste, es la supuesta relación amorosa entre su mujer y su empleador, que hace hablar a las malas lenguas. El “caso”, tal como lo llama el narrador protagonista, es el disparador de una novela, la primera novela picaresca de la literatura española, que a través de estereotipos bien marcados despliega toda una galería de personajes que tiene vigencia hasta nuestros días. Por ella desfilan desde un ciego avaro y sádico, hasta un vendedor de bulas que monta un espectáculo para lograr su propósito. Todos ellos son distintos amos con los que Lázaro vivirá su infancia y juventud, perseguido por el hambre y la pobreza, hasta independizarse y alcanzar la edad madura. Amos que no se olvidan El primer amo del protagonista, un ciego al que lo entrega su madre porque no puede mantenerlo, es una especie de iniciador del pícaro. Con él, Lázaro aprenderá que “el mozo del ciego, un punto ha de saber más que el diablo”. A través de crueles castigos y artimañas, el ciego le enseñará que debe valerse por sí mismo. Y avivarse frente al peligro externo sobre todo, el peligro de otra conciencia que lucha por sobrevivir frente a un mundo sórdido. Cuando el ciego lo hace arrimar a un toro de piedra para que “oiga” los ruidos que de él salen, Lázaro obedece. Grande es su sorpresa al sentir que el ciego lo empuja contra la mole, golpeándolo gravemente en la cabeza. Entonces, reflexiona: “Parecióme que en aquel instante desperté de la simpleza en que como niño dormido estaba, y dije entre mí: ‘Verdad dice éste, que me cumple avivar el ojo y avisar, pues soy solo, y pensar cómo me sepa valer’”. Otro de los amos de Lázaro, es un personaje típico de una crisis social: un caballero pobre, muy pobre, que ostenta elegancia y buen vestir por las calles, mientras que en su morada pasa días sin comer. Hasta el propio Lázaro caerá bajo su imagen: “Seguíle dando gracias a Dios por lo que oí, y también me parecía, según su hábito y continente, ser el que yo había menester”. Pronto llegará el desengaño y el hambre lo azotará sin tregua. Este es un nuevo aprendizaje para Lázaro, ya que muchas veces es él quien debe procurar el alimento para los dos, mendigando o pidiendo sustento a las vecinas. Sin embargo este es el primer y único amo que lo trata con deferencia. Le pregunta si tiene las manos limpias, lo interroga sobre su vida pasada; le tiene aprecio y no lo castiga. Lo único que al caballero le interesa es su honra, tal como lo explica en un pasaje: “Y solamente te encomiendo (que mientras mendigues) no sepan que vives conmigo, por lo que toca a mi honra…” Anticlericalismo Mucho se ha hablado del anticlericalismo del Lazarillo, sobre si su autor era o no erasmista, si se sirve de la parodia o sólo usa la boca de un pícaro para denunciar a una Iglesia fraudulenta con profunda ironía. Lo cierto es que, en total, aparecen cinco personajes relacionados con la Iglesia dentro de la obra: El clérigo de Maqueda: un avaro que mata de hambre a Lázaro y del que el pícaro cita una frase en el Tratado II: “Mira, mozo, los sacerdotes han de ser muy templados en su comer y beber, y por esto no me desmando como otros”, a lo que Lázaro agrega: “mas el lacerado mentía falsamente, porque en cofradías y mortuorios que rezábamos a costa ajena comía como lobo y bebía más que un saludador”. El fraile de la Merced: un hombre mundano que “rompía más zapatos que todo el convento”, y del que Lázaro hace una acotación grave: “Y por esto, y por otras cosillas que no digo, salí de él”. El lector sabrá deducir que clase de “cosillas” molestaban al joven criado de un amo gasta zapatos. El buldero: un perfecto embustero, que junto a su compañero el alguacil, monta un show para vender sus bulas. El capellán: el único personaje relacionado con la Iglesia que sale sin mancha de la obra. Ayuda a Lázaro, empleándolo como aguatero, a subir su primer escalón para “alcanzar mejor vida”. El arcipreste de San Salvador: su último amo. Lo emplea como pregonero de vino y le entrega a su criada como esposa. Uno de los responsables en el “caso” que justifica la obra, acusado por los amigos de Lázaro de engañarlo con su mujer. Vale recordar que la sátira anticlerical estaba muy de moda por la época en que se publicó el libro. Sin embargo en 1559 la obra pasa al índex, censurada por la Inquisición y se empieza a editar en el extranjero. Antecedentes y autoría El Lazarillo de Tormes se publicó anónimo. Varios han sido los sospechados autores según las épocas: en 1605, Fray José de Sigüenza se lo atribuyó a Fray Juan de Ortega. Hispanistas como Morel Fatio y Charles P. Wagner apuntan a Juan Valdés. Una de las teorías que cuentan con más adeptos es la que atribuye la autoría al humanista y aristócrata Diego Hurtado de Mendoza. Se sabe, de todas maneras, que el autor fue un hombre culto y de vasta educación y lecturas. Entre las influencias literarias generales, el Lazarillo tiene sus antecedentes directos en El asno de oro de Apuleyo, Il Novellino de Masuccio Salernitano y los materiales folklóricos (tales como la propensión de los clérigos a la mezquindad o el propio nombre del protagonista, que se relaciona con el mendigo evangélico –San Lázaro, patrono de los leprosos y los lazaretos-). Entre las influencias españolas podemos contar El libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita, El corbacho del Arcipreste de Talavera y La Celestina de Fernando de Rojas. El Lazarillo de Tormes es una obra a la que hay que acercarse con una mueca burlona y gran sentido del humor. Es una obra conmovedora e irónica, que retrata la vida de un pícaro que logra finalmente ascender en la escala social, aunque ese ascenso se vea signado por un deterioro moral: a fuerza de mantener un estilo de vida conseguido con sangre, sudor y lágrimas, vive el deshonor de haberse convertido en un ser engañado. Pero, ¿quiénes somos nosotros para juzgar al pobre Lázaro después de que ha vivido tantas desventuras? Lo mejor es disfrutar de un clásico de la literatura española sin prejuicios embrutecedores. Acérquese, no muerde. En el camino (1957), de Jack Kerouac. Por Eloísa Guerra Si abren un libro y sienten que el flujo de las palabras los envuelve hasta ubicarlos en un torbellino de imágenes, si deben volver las páginas releyendo direcciones, repasando paisajes, riendo por lo bajo con las aventuras narradas, no lo duden, lo que sostienen entre sus manos es esta joya de la literatura beat. Las aventuras de Sal y Dean, tropelías autobiográficas del mismísimo Jack Kerouac y su amigo y también escritor Neal Cassady, conducen al lector a través de una montaña rusa que lo mantiene atento y concentrado a cada momento. Nacido en el pequeño poblado de Lowell, Massachusetts, en mil novecientos veintidós, Jack Kerouac es uno de los grandes exponentes de la llamada Generación Beat, generación que allá por la década del cincuenta se sobreponía a una sociedad barrida por la depresión económica, la Segunda Guerra Mundial y la amenaza de la bomba atómica. Desencantados y subversivos, estos artistas denunciaron en sus obras la mentira del american dream, el lado oscuro de la superpotencia, el racismo y la mediocridad que la envuelven. De más está decir que los beatniks, anticiparon el movimiento hippie, aluvión contracultural que sacudió al mundo entero en la década del sesenta. Kerouac escribió muchos años tratando de encontrar su propio estilo, hasta desembocar en lo que él llamaba la “prosa espontánea”, cuyo concepto fundamental era la desnudez de la autoexpresión como semilla de la creatividad. Otro postulado del autor y sus compañeros generacionales, tenía que ver con el famoso desorden de los sentidos (iniciado por aquel joven y atormentado Rimbaud) como método para expandir la conciencia del artista. En el camino, describe los viajes haciendo autostop y arriba de autos destartalados, que el propio Kerouac realizó a través de los Estados Unidos, entre los años 1947 y 1949. Gracias a su narración rítmica, que en partes recuerda los golpeteos de las teclas de la máquina de escribir, y en otras ostenta la sutileza de la prosa poética, nos vamos adentrando en aquella América marginal que ofrecía una nutrida colección de personajes a contramano de los cánones burgueses. Prostitutas, intelectuales que experimentan con drogas pesadas, erráticos, haraganes, “la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas”. Como alter ego del autor encontramos a Dean Moriarty, vagabundo, ladrón de coches, criado en un reformatorio, interesado por escribir y conocer a través de la meditación y la experimentación con drogas, el misterio de las cosas. El partenaire ideal para un Sal Paradise algo deprimido después de una separación y anhelante de vivencias que lo alejen del tedio de la vida. Dividido en cinco partes, con más de trescientas páginas rebosantes de energía, En el camino es la obra ideal para internarnos en ese mundo fascinante y revelador que fue la cultura beatnik. La mancha de Gabriela Mistral. Por Eloísa Guerra Hace poco se supo que los últimos años de su vida, Gabriela Mistral tuvo un amor prohibido: su secretaria y posteriormente heredera y albaceas, Doris. Muchos catedráticos reaccionaron: algunos diciendo que era una “falta de respeto” publicar esas cartas, otros “que no importaba”, que de todas maneras eso no empañaba el desempeño que había tenido como poetisa. Algunos fueron indiferentes y otros entraron en contradicción, dudando si debían investigar sobre el tema o dejar todo como estaba. Gabriela Mistral fue el primer premio Nobel de Literatura de Latinoamérica, en 1945. Oriunda de un pueblito de Chile, hija de un maestro rural, se hizo famosa al ganar en 1914 los Juegos Florales de Santiago por sus Sonetos de la muerte, inspirados en el suicidio de su gran amor de juventud Rogelio Ureta. Sabemos que la Academia no perdona. En una sociedad homofóbica, el desliz desconocido (hasta ahora) de la Mistral los deja boquiabiertos y ensordecidos. Considerar una “falta de respeto” publicar cartas de amor de una gran poeta hacia otra mujer es una falta de respeto en sí misma: ¿por qué habría de mantenerse oculto un amor homosexual? ¿Es acaso que vamos en una mala dirección, hacia recodos de mayor fanatismo religioso y seudo moral? La homosexualidad no es un pecado, como nos quieren hacer creer el Vaticano (cuyo último fantástico hallazgo fue que los curas pedófilos en primer lugar son homosexuales –claro, de allí tanta desviación-), ni una enfermedad, como decretó papá Freud. El goce de las libertades individuales para amar y ser amado, es un derecho fundamental de cualquier persona. Y sucede sí, que una mujer que amó a hombres, luego se enamore de otra mujer. Y viceversa. Son los tapados bisexuales, de los que se comienza a hablar desde que Cumbio, la muchachita flogger, declaró que lo era en algunos programas de televisión amarillos. Afortunadamente nuestros adolescentes la tienen mucho más clara que muchos, que ostentan un saber aprendido de los libros y respaldado por el estúpido sentido común. Todo esto me recuerda un verso del tema de los Meat Puppets que versiona Nirvana, All apologies: “Everyone is gay”. O como dice Mark Renton, en Trainspotting: “Dentro de mil años ya no habrá hombres o mujeres, habrá solamente personas”. No tendré vida para ver eso, pero les aseguro que estoy trabajando en ello. Sostengan las cucharas. Por Eloísa Guerra El almuerzo desnudo (1959) de William Burroughs, es un libro pornográfico y revulsivo que revolucionó la forma de narrar de buena parte de la segunda mitad del siglo veinte. Quien vaya en busca de metáforas graciosas que lo alejen del mal humor después de una jornada de trabajo, mejor busque el confort de una novelita histórica, en la que podrá apreciar detalles de la vida de nuestros próceres caídos y deleitarse con alguna historia de amor sobre mujeres heroicas. Porque el que busque entretenimiento acorde al estómago medio terminará vomitando la cena. Ahora sí, el que necesite fascinarse por la multiplicidad de las imágenes, quejarse visceralmente por el sistema social en el que estamos inmersos y deleitarse con la narración experimental del maestro Burroughs, hallará un tesoro de inestimable valor. Nacido en febrero de 1914 en la ciudad de Saint Louis, Missouri, William Seward Burroughs era hijo de una familia de terratenientes de clase media alta. Educado en los mejores colegios del estado, concluyó sus estudios en Harvard en 1936, especializándose en literatura inglesa. Atraído desde pequeño por el mundo del hampa y la drogadicción, en 1943 se establece en New York y un año después conoce a Jack Kerouac y Allen Ginsberg, con quienes mantiene una estrecha amistad. No olvidemos que estos tres nombres son los más emblemáticos al hablar de la tan mentada Generación Beat, ya que pueden ser considerados sus fundadores. Burroughs se caracteriza desde su adultez por convertirse en un experimentador: desde su propio cuerpo (al que le suministra cualquier tipo de droga, y especialmente opiáceos, de los que fue adicto por quince años y hasta el final de sus días) hasta la escritura, en la que introducirá una nueva forma de narrar. Fue el creador de la técnica del collage influenciado por el artista plástico Brion Gysin. Esta técnica consiste en cortar los textos, mezclarlos y pegarlos al azar, para que la escritura adquiera nuevos significados. Ya lo dice en un fragmento de su obra más celebrada: “No pretendo imponer “relato”, “argumento”, “continuidad”... En la medida en que consigo un registro Directo de ciertas áreas del proceso psíquico, quizá desempeñe una función concreta... No pretendo entretener.” El almuerzo desnudo sufrió la prohibición en Boston (Massachussets) a causa de su lenguaje explícitamente sexual y su continua evocación a imágenes grotescas. Tras un juicio que se celebró en los años 1965 y 1966 se levantó la prohibición, hecho que significó el final de la censura en los EEUU. William Seward Burroughs fue idolatrado por escritores y artistas de todo el planeta, colaborando en proyectos cinematográficos, musicales y multimedia. A partir de 1980 se dedicó a la pintura y en 1995 editó su autobiografía Mi educación: un libro de sueños. Falleció en 1997, a causa de una insuficiencia cardiaca. El almuerzo desnudo (cuyo título fue sugerido por Jack Kerouac) constituye una obra multifacética, explosiva y abarcadora. Un chico perdido en Interzona Por Eloísa Guerra William Seward Burroughs, como lo llamaron sus padres el 5 de febrero de 1914, inspiró desde los años cincuenta a tres generaciones. Dejó su legado en libros, discos, pinturas y proyectos multimedia. En todos sus libros Burroughs ha sabido conjugar, a la manera de los románticos, artistas de vanguardia y, en definitiva, de todo artista que se precie de tal, vida y obra. Su primer libro Yonqui (1953) lo muestra en el personaje de William Lee (seudónimo que usara en esta y varias obras) un adicto a los opiáceos, al mismo tiempo que da un pantallazo general de la vida del hampa en New York. Su segundo libro, Queer, es el retrato crudo de un amor homosexual no correspondido; esta obra fue rechazada por los editores y no vio la luz hasta entrados los ochenta. Hasta aquí, los libros de Burroughs son de escritura lineal y lacónica y, si bien son libros sobre las drogas, es en El almuerzo desnudo (1959) donde el autor despliega su fantasmagoría de personajes paródicos desde la droga y con la forma de escritura experimental que él denominó “cut-up”. Este método estaba inspirado en el artista plástico Brion Gysin (quien acicateara a Burroughs diciéndole que la literatura estaba atrasada cincuenta años con respecto a la pintura) y consistía en pasar a máquina párrafos de distintas obras, discursos, canciones, etc., y luego doblar la página y “cortar” el texto para volver a pegarlo y así sucesivamente: “Emergen nuevas palabras y nuevos significados: al cortar palabras, nuevas palabras aparecen, a veces la palabra justa. Es un proceso de expan sión de la conciencia. (¿Cuán aleatorio es el azar?) Cada vez que se mira por la ventana, se camina alrededor de la casa o se anda por cualquier calle, el fluir de la conciencia es interrumpido por palabras o imágenes aparentemente al azar”. Era claro que Burroughs dispararía hacia las artes plásticas, como lo hizo mucho tiempo después y, de hecho, su condición de escritor se ve sobrepasada por su inquietud artística que lo llevó a grabar discos (Nothing here but the recordings de 1975, en colaboración con John Giorno, You ‘re the guy I want to share my money with de 1981 y Call me Burroughs, una colección de lecturas de El almuerzo desnudo y La máquina blanda), actuar (hizo un papel secundario en Drugstore Cowboy de Gus Van Sant, en 1989) y colaborar en proyectos multimedia. En 1990 salió Dead City Radio, una serie de lecturas con música de Sonic Youth, John Cale y la orquesta sinfónica de la NBC; también grabó The “Priest” They Called Him (una especie de cuento de Navidad aterrador e irónico) con la guitarra distorsionada de Kurt Cobain de fondo. El almuerzo desnudo es sin duda su obra más famosa y polémica. Fue hecha en la ciudad de Tánger, Marruecos, durante sus peores años de adicción a la heroína y los opiáceos. La novela está compuesta por una serie de rutinas cómicas y párrafos al parecer inconexos que nos sitúan en una aldea global (a decir verdad, la primera de la literatura moderna) llamada Interzona, donde el Estado controla a sus habitantes, y la droga (Burroughs denomina así sólo al “junk”: es decir, al opio y sus derivados, sobre todo la heroína) es el modelo de control social. Esto es, a grandes rasgos, lo que para el autor significa la heroína: un sistema de control médico-legal-policial, donde el adicto es el habitante ideal, llevado de las narices gracias a la necesidad absoluta de la droga para seguir viviendo. “La droga es un molde de monopolio y posesión. El adicto aguanta mientras sus piernas drogadas le lleven directo a recaer sobre el rayo de droga. La droga es cuantitativa y mensurable con gran precisión. Cuanta más droga consumas menos tienes y cuanta más tengas más usas. Todos los que utilizan alucinógenos los consideran sagrados —hay cultos del peyote y la bannisteria, cultos del hachís y de los hongos («los hongos sagrados de México permiten al hombre ver a Dios») —, pero nunca nadie ha sugerido siquiera que la droga sea sagrada. No hay cultos del opio. El opio es profano y cuantitativo como el dinero.” Un hecho que marcó su vida, así como su obra, fue el asesinato accidental (a instancias del propio Burroughs) de su segunda mujer Joan Vollmer mientras representaban el número de William Tell. "Me vi forzado a extraer la espantosa conclusión de que nunca me habría convertido en escritor de no ser por la muerte de Joan, y a comprender la magnitud hasta la cual tal evento ha motivado y formulado mis escritos. Vivo con la constante amenaza de la posesión, y una constante necesidad de escapar de la posesión, del Control. Entonces la muerte de Joan me puso en contacto con el invasor, el Espíritu Feo, y me llevó a una vida de lucha en la que no tuve otra elección que abrirme camino escribiendo". Y así lo hizo: en 1961 aparece La máquina blanda, un año después El tiquet que explotó y en 1964 Expreso Nova. Desde el 81 al 87 aparece la trilogía del espacio: Ciudades de la noche roja, El lugar de los caminos muertos y Las tierras de Occidente. Son deudores de su obra desde músicos de punk y heavy metal (palabra inventada por él) como Frank Zappa, David Bowie, Laurie Anderson y Lou Reed, hasta escritores exponentes del cyberpunk como William Gibson y Clive Barker. Burroughs falleció de una insuficiencia cardiaca en su cabaña de Lawrence, Kansas, en 1997. Las últimas palabras de su diario lo muestran aún apasionado y lúcido: “¿Dónde está la nave espacial, la patrulla de salvamento? Nos han abandonado en este planeta regido por unos cabrones sin un ápice de buenas intenciones. Unos cabrones mentirosos despreciables”. Isabel Coixet: Fracasos, aciertos y buenas películas. Por Eloísa Guerra Directora de cine, productora y guionista, además de importante publicista, pertenece a una nueva generación de cineastas españoles. Nació en 1960, de madre castellana y padre catalán, militante sindical en una fábrica. Desde joven se fascinó con la literatura (Manhattan Transfer era uno de sus libros preferidos) y las películas. Después de la secundaria, intentó estudiar la carrera de cine en el Centro Sperimentale de Roma, pero no consiguió aprobar el ingreso. Finalmente estudió Historia, realizando su tesis de Licenciatura sobre el cine estadounidense de los años setenta. Escribió para revistas como Sal común y Fotogramas. Formó su propia productora publicitaria y se hizo un nombre en el medio. En 1988 dirigió su primera película Demasiado viejo para morir joven. Pero la crítica no la trató bien. Según Carlos F. Heredero (en su libro 20 nuevos directores del cine español), la ópera prima de Coixet fue “un frustrado ejercicio de aprendizaje que obtiene un agresivo recibimiento crítico y que pasa casi desapercibido para el público”. Este revés hizo que pasaran ocho largos años para que volviera a intentarlo. Cosas que nunca te dije fue filmada en Latinoamérica con la participación de actores estadounidenses como Lili Taylor, Seymour Cassel y Andrew McCarthy. Este proyecto fue rechazado tres veces por el I.C.C.A (entidad que reparte los subsidios) y Coixet tuvo que encargarse ella misma de la producción de la película. Dos de los films más interesantes de Coixet son La vida secreta de las palabras (2006) y Mi vida sin mí (2002). En ellas, las heroínas son mujeres sin ningún tipo de atributo especial, salvo que han sufrido frustraciones u horrores. Sarah Polley es la actriz encargada de darles vida. Hannah (La vida secreta de las palabras) es una refugiada de la guerra de Los Balcanes que ha sido víctima de abusos y vejaciones por parte de los soldados de su propio país. Viaja como enfermera a una planta de extracción de petróleo donde hubo un accidente: hay un muerto y un herido, que ha quedado ciego y con graves quemaduras. Entre Joseph (Tim Robbins) y Hannah se establece una comunicación profunda a través de silencios y confesiones. Esta película recibió cuatro premios Goya, entre los que se encontraban mejor película, guión (que también es de Coixet) y dirección. La protagonista de Mi vida sin mí es una joven mujer, que vive con sus hijas y su marido en un trailer, trabaja de noche, y se entera repentinamente de que sólo le quedan cuatro meses de vida. A partir del diagnóstico, y en total secreto, realiza una lista de cosas qué hacer antes de morir: se enamora (y enamora) a otro hombre (Mark Ruffalo), deja cintas grabadas para toda su familia, llenas de ternura y sabiduría, y descubre que a partir de su enfermedad, se ha convertido en otra persona. El cine de Coixet, lejos de la sensiblería, ofrece retratos de historias cotidianas en las que el amor es al final, el único elemento que sobrevive y permite sobrevivir a los personajes. Lo respalda una excelente banda sonora que va desde cantantes italianas de los sesenta, Anthony & The Johnsons, hasta Tom Waits y David Byrne. Mapa de los sonidos de Tokio es su última película y fue estrenada el año pasado. Está protagonizada por Rinko Kikuchi (Babel, 2006) quien encarna a Ryu, una muchacha que lleva una doble vida: trabaja en el mercado del pescado y ocasionalmente es asesina a sueldo. Coixet declara en la página oficial de la película que la idea nació de “mi fascinación por la cultura japonesa contemporánea, por la atmósfera de las novelas de Haruki Murakami y Banana Yoshimoto, por mi confesa adicción al wasabi (especie de nabo picante) y por la vibración casi material que emite la ciudad de Tokio durante la noche: una mezcla de expectación, misterio, sombra y dulzura que deja una huella imborrable”. Acerca de la discriminación. Por E. G. Podemos mirar mal al boliviano que pasa a nuestro lado, sólo porque es inmigrante ilegal. Hasta podemos salir con el viejo cuento de que viene a quitarnos el trabajo. Podemos gritarle a aquella pareja de mujeres que van de la mano y se besan enfrente nuestro, para escándalo de abuelas, madres y padres. Podemos no sacar a bailar a la muchacha con unos kilos de más o directamente obesa, porque no está dentro de los parámetros estéticos que imponen los medios de comunicación. Es más. Podemos golpear hasta matar a un muchacho pobre a la vuelta de casa. Sólo porque es pobre. Sólo porque no encaja. Sólo porque no nos gusta su cara. Podemos hacer muchas, casi innumerables acciones para dañar, insultar, masacrar a nuestro semejante y olvidarnos de lo que nos une realmente: somos todos personas. Más allá de la etiqueta social que nos tocó llevar. Más allá del género, del color de la piel. Personas bregando en un mundo cada vez más complicado, donde los que amarrocan quieren mantenernos separados gracias a esas etiquetas. Atomizados gracias a las diferencias (¡qué sería de nosotros sin ellas!). Pasivos a sus requerimientos, cada vez más opresivos, cada vez más inhumanos, cada vez más carne de cañón. Me niego. Me niego a soportar en silencio. Me niego a callarme. Me niego a evadir la realidad y mirar para otro lado. Pero no soy la única. Espero que algún día te nos unas. Y el mundo será uno solo. De pícaros, drogas y aventuras en el camino. Por Eloísa Guerra La literatura beat estuvo a la cabeza de un movimiento cultural que lanzó a los jóvenes de todo el mundo al autostop, la experimentación con drogas y el cuestionamiento de las normas que rigen nuestra sociedad. En el camino Para mediados de los cincuenta, Kerouac se había convertido en un personaje famoso. Es que en 1951 había publicado On the road (En el camino), libro que lo convertiría en parámetro de los beatniks de todo el mundo. La obra abarca aventuras autobiográficas de dos personajes Dean Moriarty y Sal Paradise (el propio Kerouac). Moriarty estaba basado en un amigo del escritor, un muchacho buscavidas, con sed de vivir, con sed de aprender, procedente de las capas más bajas de los EE.UU. (la llamada white trash), habitué de reformatorios y cárceles. Sal y Dean recorren todo el país y parte de México, haciendo dedo y en diversas catraminas de segunda mano, trabajando temporalmente, pasando hambre, encontrando amores, borracheras, sueños de bencedrina y conociendo los más pintorescos personajes (uno de ellos es Old Bull Lee, que no es otro que el mismo Burroughs, quien da cátedra a quien quiera oírlo, en su austera morada del Oeste, plagada de jeringas). Estos jóvenes, al margen de limitaciones morales y espirituales, que deben desenvolverse en un mundo que los rechaza, encuentran paralelismo en las novelas picarescas de los siglos XV y XVI de la Europa del Renacimiento. Especialmente Dean, que lleva a cuestas un oscuro pasado que quiere dejar atrás a fuerza de un ímpetu vitalista, motor frenético que lo dispara hacia adelante. La estructura de la novela picaresca básicamente, va entretejiendo historias en las que el pícaro o pícara, trabajando para distintos amos que funcionan muchas veces como iniciadores, lo van “avivando”, mostrándole pautas para sobrevivir en un medio hostil. El pícaro/a aprenderá a través de los años (es empujado generalmente de niño a la orfandad y la calle) que la supervivencia requiere artilugios, no siempre honestos, a la hora de salvar el pellejo. En su peregrinar, mentirá, robará, aprenderá que la apariencia mueve las cosas de este mundo en un plano que no alcanza a comprender, pero al que se adapta para seguir con vida. Los finales de estas obras, generalmente muestran al pícaro convertido, especie de transa que debe hacer para mejorar en el plano económico (como en el caso del Lazarillo de Tormes) en detrimento de su calidad moral. Otros finales lo encuentran convertido al catolicismo más ferviente (como Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán, 1599), o bien adaptado a las leyes de la burguesía (Gil Blas en Historia de Gil Blas de Santillana –Alain René Lesage, 1715-1735-, se aleja a un castillo con cocinero y cartas de la nobleza). En el caso de Sal y Dean, sus aventuras los llevan a adquirir una especie de sabiduría callejera, mixturada con las más diversas lecturas de clásicos (y no tan clásicos), la explosión del be-bop (tipo de jazz revolucionario hecho de improvisación y rapidez, cuyos pioneros fueron Charlie Parker y Dizzy Gillespie), la experimentación con drogas que expanden la conciencia y sobre todo, esa sabiduría, los ayuda a conformar y transmitir una nueva mirada sobre los EE.UU., totalmente contrapuesta a la felicidad inflada del baby boom y el consumismo de los cincuenta. Sal, Dean, sus amigos y amigas, forman parte de esa fuerza subterránea que sentó las bases para movimientos en masa de jóvenes, como ocurrió una década después con el hippismo, las manifestaciones antibélicas, el Mayo francés y la Primavera de Praga. El viejo Lee Burroughs fue el primero en rechazar su categoría de “literato beat”. Moviéndose en el underground toda su vida, rechazó con vehemencia a la sociedad establecida hasta convertirse en algo mucho más abarcador que un escritor: Burroughs fue más bien un artista experimental. Cintas, escritos, películas, cuadros y su propio cuerpo, fueron los medios por los que se animó a demostrar que la vida debe vivirse íntegramente y sin dejar recoveco por explorar. Fascinado desde chico con el mundo del hampa (luego de la lectura de la autobiografía de un ladrón, titulada No puedes ganar) en su adultez vivió una fuerte experiencia de adicción a la heroína y pudo introducirse en ese mundo. Más tarde diría: “La droga es una ecuación celular que enseña al usuario hechos de validez general. (…)Yo he aprendido el estoicismo celular que enseña la droga al que la usa”. Su libro más importante según los críticos fue Almuerzo desnudo (Naked Lunch), una novela que despertó odios, rechazos y a mores al mismo tiempo (hasta se le levantaron cargos por obscenidad en Los Ángeles y Boston). En esta obra, el escritor utiliza un método de escritura no lineal, inspirado en las palabras del artista plástico Byron Gysin que le dijo una vez: “La literatura está atrasada 50 años con respecto a la pintura”2. Y ahí fue el viejo Lee (tal su seudónimo en varias novelas) a inventar el método del cut-up, basado en el collage de la plástica; por medio de esta técnica, el escritor “cortaba” párrafos de distintas obras (Shakespeare, Rimbaud) y las pegaba junto a escritos oníricos, farsas, parodias y rutinas cómicas creadas por él mismo, dándoles nuevos sentidos, sumergiendo al lector en un viaje inolvidable. Porque muchas son las impresiones cuando se lee a Burroughs, pero la verdad es que no se vuelve a ser el mismo. Además de sus experimentos, buscó formarse como médico y antropólogo, lo que le brindó una visión global sobre las culturas que visitó (fue un viajero impenitente: “Un escritor tiene que continuar viajando siempre, intuitivamente”3) y sobre la humanidad. Según Gelman (www.elortiba.org), Burroughs pertenecía a esa clase de norteamericano que se rebela frente a la sociedad en una especie de fracaso: el anarquista individualista. De hecho, Burroughs tenía una tendencia a la abulia y el aislamiento que, según sus propias palabras, lo llevó a convertirse en un adicto. “Uno se hace adicto a las drogas porque carece de motivaciones fuertes que lo lleven en cualquier otra dirección. La droga se impone por defecto”4. El tío Allen Allen Ginsberg fue, en buena medida, otro ícono de su época, pero a diferencia de Burroughs y Kerouac, su activismo político y social, lo integró primero en el movimiento beatnik y una década después en el movimiento hippie. Graduado en literatura inglesa por la Universidad de Columbia, a la que luego recordaría como un lugar lóbrego, donde “no se enseñaba casi nada importante”5. También recuerda a William Burroughs, a quien conoció por esos años en Columbia y a quien consideraba “el más importante de mis maestros en esa época. Me introdujo a Splenger, Yeats, Rimbaud, Korzybzki, Proust y Céline. En realidad, Burroughs contribuyó más a mi educación que Columbia”6. También allí conoció a Kerouac y andar con él, fue una de las causas por la que lo expulsaron de la Universidad (más tarde sería readmitido). Ejerció los más diversos oficios, entre ellos obrero en varias fábricas, grumete en un barco petrolero, limpió pisos en un restaurante. En 1956 publicó el magnífico poema Aullido (Howl), en el que rinde homenaje a todos los jóvenes de su generación y da una dura crítica a los EE.UU. “He visto a los mejores cerebros de mi generación destruidos por la locura, famélicos, histéricos, desnudos, arrastrándose de madrugada por las calles de los negros en busca de un colérico picotazo, (…)7”, es el comienzo de la obra a partir de la que, siguiendo la tradición de Whitman, Ginsberg se convierte en un gurú de larga barba. Supo combinar una imagen díscola, bisexual, excéntrica, con un activismo protagonista y consecuente: manifestándose a favor de la legalización de la marihuana, por el fin de la guerra de Vietnam; codeándose con la izquierda estadounidense que lo llevó a reunirse con artistas igualmente comprometidos por esos años, como Bob Dylan y John Lennon. Estos tres poetas, naturalmente, no son los únicos que llevaron adelante el denominado “movimiento beat” en literatura, sino que son las figuras básicas e imprescindibles para un abordaje serio de la época y esa literatura. Notas: Burroughs, William Seward. Yonqui. Editorial Bruguera. Barcelona. 1980. 2 Mira, Rubén- Langer, Sergio. Burroughs para principiantes. Era Naciente. Buenos Aires. 2001. 3 Op. cit. 4 Burroughs, William Seward. Yonqui. Op. cit. 5 Kostelanetz, Richard. USA: ¿Revolución cultural?. Rodolfo Alonso Editor. Bs.As. 1972. 6 Kostelanetz, Richard. Op.cit. 7 Ginsberg, Allen. Aullido y otros poemas. Visor Libros. Madrid. 1993. Entrevista a Elvira Ceballos. “La música es mi razón de ser” Elvira Ceballos es una artista para quien la ceguera no ha sido motivo de renuncia. Sus 62 años se ven coronados por una vida dedicada a la música y el estudio. Nació el 16 de marzo de 1949 en La Falda. “Mi casa era una casa de puertas abiertas. Mis padres eran músicos aficionados y tenían una pista de baile. Mi madre siempre recordaba que al año y medio yo cantaba, y cantaba afinado”. A los 5 años ingresó al Instituto para ciegos en La Falda, donde encontró a dos grandes maestros: Carlos Valdés (guitarrista, que le enseñó dicho instrumento además de también solfeo y teoría. Ya de grande, Elvira le escribió una zamba e hizo arreglos para sus temas) y a María Aurora Harmas, alias Dodó, que con monedas de diferentes tamaños le enseñó el valor de las figuras. En el año '56 Elvira empezó, en un programa llamado “Gorjeo” de Radio Splendid, a cantar y tocar la guitarra. Años después, la familia se mudó a la capital, a una casa en Caseros al 3000. “Mis padres entraron a la iglesia de San José y al salir vieron un letrero que decía “se alquila”, recién puesto. Era justo lo que estaban buscando”. Allí pusieron un almacén. “Mis padres eran personas de buen pasar. Después, acá en Córdoba, pasaron estrecheces. Pero siempre los vi con la misma fe en todo lo que emprendían: tanto en el tener, como en el no tener”. A los nueve años, compuso sus primeras canciones: dos zambas, dedicadas a sus padres, y un vals (“Almas nobles”). “Más tarde, Pedro Garbero, un bandoneonista que tenía una orquesta, me enseñó que la zamba tiene 32 compases. Las mías sólo tenían 16”, recuerda con una sonrisa pícara. “Mamá quiso enseguida registrarlas en SADAIC”. Cuando Elvira tuvo la edad para empezar el secundario se plantó firme: iba a entrar en el Conservatorio provincial y dedicarse para siempre a la música. Resultado de esta decisión y de su esfuerzo y personalidad, la pianista rindió libre tanto los cinco años del nivel medio, como los cinco del Conservatorio. En el ’72 se recibió de Profesora Superior de Canto y Profesora de Piano. “Tuve que tener mucha paciencia con todos, los profesores, los directivos. Pero yo los entendía, era muy difícil para ellos enseñarle a una mujer ciega”. Hasta un mediocre y discriminador inspector de enseñanza, la llamó una vez para decirle que debía dejar el Conservatorio, que no iba a poder estudiar con su “problema”. Entonces (me imagino que con la misma sonrisa con que lo cuenta) La Ceballos se dedicó a contestarle cada uno de los peros, decidida a consagrar su vida a la música, ante la admonición de su padre allí presente, que cada tanto le largaba un “no le contestes al señor, Elvira”. Toda una transgresión para una mujer de 17 años allá por lo años sesenta. Sucedía que Elvira, precoz como siempre, en ese momento ya hacía tres años que enseñaba (tanto a invidentes como a alumnos sin problemas de ceguera) y tocaba el piano en orquestas de tango y características. “Mis padres y maestros me apoyaron toda la vida. El discapacitado, si es artista, tiene que ofrecer arte. Yo soy músico y nada más. Antes que ciega, soy artista”. Especialmente amoroso es el recuerdo que tiene de su madre, que le dictó partituras durante varias décadas. “Mi madre aprendió música para dictarme. Cuando murió me estaba dictando una ópera de Bellini”. En 1992 esa práctica quedó inmortalizada en una filmación y después formó parte del documental Simplemente Elvira (de Carlos Bóveda y Diego Piantoni) y de dos emisiones del programa “Una gira diferente” de León Gieco. Gracias a su oficio, Elvira también viajó por todos lados. Buenos Aires, Rosario, Santa Fe, todo el interior de Córdoba, Chile, Paraguay, Brasil, Ecuador. En este último país estuvo ocho años (yendo y viniendo) enseñando musicografía, a leer en tinta, dirigiendo coros, en la Fundación Sinamune de Roberto Maldonado, que no sólo forma a alumnos ciegos, sino también a maestros para estos alumnos. En el 2001 el Rotary de la cañada organizó un festival para recaudar fondos que luego se usaron para becar a jóvenes ciegos que quisieran estudiar música. Allí también participaron María Teresa Olmos (quien fue locutora de los SRT), Cecilia Zárate (violinista) y Mariela Cancelieri. Como número central, tocó Raly Barrionuevo, quien posteriormente invitó a Elvira a tocar el piano en su disco Ey paisano (2004). Y en Radio AM (2009) donde Raly hizo un recorrido por el pasado del folclore, en temas que lo retrotraían a su niñez, Elvira no sólo tocó, sino que también colaboró con arreglos en los temas y hasta puso su voz en la “Milonga del Si Volviera”. Grabaron en la sala donde Elvira toca y enseña: una habitación con dos pianos, llena de carpetas con partituras, sus diplomas colgados en la pared y una foto donde ella, muy joven, está al piano en la casa Gutierrez y Aguad, antigua venta de estos instrumentos. La foto de tapa del álbum está sacada precisamente en esa habitación. La misma habitación donde hoy, le opregunto qué siente cuando toca el piano. “Me libero. Dios me ha creado de la nada y todo es mérito de la divinidad. Inclusive la voluntad me ha sido prestada por Dios. La música es mi razón de ser y cunado toco el piano, siento como alas. Para mí, así debe ser partir. La muerte es un bien, es un paso a lo que no me limite”. La ceguera de Elvira le fue dada a la par de una capacidad extraordinaria para el estudio, la música y la enseñanza. “Mi vida es estudiar, cantar, tener a mis alumnos e infundir el no abandono. He tenido muchas dificultades, pero muchas cosas lindas también”. De una personalidad tenaz, encantadora, esta artista cordobesa ha sabido demostrar que el esfuerzo y la belleza existen para quien tenga el valor de tomarlos, de hacer uso de ellos, al alcance de nuestras manos. La historia de los Sex Pistols Encabezaron la revolución punk, revolución que incluía una renovación del rock, tanto en imagen como en sonido. Con su furia y sus letras contestatarias hicieron temblar al Reino Unido 1975. Malcom Mc Laren viaja a New York para ser el manager de New York Dolls, una banda glam rock que si bien no fue popular, sentó precedentes en la historia del punk mundial. Vuelve a Londres después de fracasar y se empeña con The Swankers, quienes en poco tiempo, pasarán a llamarse Sex Pistols. Conoce en su boutique Sex de King`s Road a Johnny Lydon. Lo acompañan en The Swankers: Paul Cook, Glen Matlock, Steve Jones. Malcom le aconseja a Lydon que cambie su apellido por Rotten; algunos biógrafos dicen que porque tenía los dientes podridos, otros porque repetía esa palabra todo el tiempo. En noviembre de 1975 se produce el debut de la banda en St. Martin´s College of Arts de Londres. Tocan en Oxford Street (en el Marquee Club, en el 100 Club). Son mencionados por la crítica a raíz de sus escándalos. Ya han compuesto algunos de sus mejores temas como Problems y Pretty Vacant. También hacen covers de bandas de mediados de los sesenta (Substitute de The Who, What´cha gonna do about it, de The Small Faces). La ascensión de Sex Pistols se confunde entre la promoción para ganar publicidad y la realidad. Muchas de las batallas campales que se arman durante sus conciertos son maquinadas por Mc Laren, Vivian Westwood (diseñadora de modas, esposa del manager) y sus secuaces, para que la banda salga en las revistas especializadas y diarios. Sex Pistols comparte cartel con otras bandas punk quizá más talentosos que ellos tanto vocal como musicalmente, como Siouxsie and the Banshees, Buzzcocks, The Clash, pero son ellos los que empujan las barreras de la normalidad, los que hacen un guiño cínico a sus fans a través de sus letras y su comportamiento sobre el escenario. Reproducen al dedillo la confusión y el odio que experimentan los adolescentes que huyen de sus casas, que no tienen trabajo; de los jóvenes desilusionados del gobierno, de la reina y de sus propios padres. Es la generación del No future, como bien reza el estribillo de God save the Queen. Ya en 1976 sus fans incondicionales (entre los que se cuentan Debbie Harry –futura vocalista de Blondie- y Sid Vicious –en ese momento baterista de Siouxsie and the Banshees y poco después bajista de Sex Pistols) los adoran en los clubes de Londres, clubes en los que también se agazapan como buitres empresarios discográficos en búsqueda de un grupo que les dé dinero. Es el primer paso para dejar sin resultado la actitud punk: deglutirla hasta hacerla parte del establishment, convertirla en moda, para que su potente fuerza anárquica pierda su efecto. Ése es el panorama de este principio de milenio: miles de bandas “punk” (ya sea autoproclamadas o lanzadas al mercado bajo esa etiqueta) cuyos integrantes viajan en limousine y viven en mansiones. El dinero, que todo lo corrompe, caló la vena más que una jeringa e hizo de la punkitud una cáscara vacía. Anarquía en el Reino Unido Sex Pistols firma contrato de grabación con EMI en octubre de 1976. Graban Anarchy in the UK. Mala idea tuvo un productor del programa “Today at 6” cuando llamó a EMI y accedió cambiar a Queen por Sex Pistols para una entrevista. Bill Grundy, el conductor, después de acicatear a los muchachos, fue insultado por éstos y su troupe. El programa fue suspendido por dos días y dos meses después fue levantado del aire. A la mañana siguiente, los tabloides sólo hablaban del escándalo que significó que Steve Jones dijera “fuck” por televisión (palabra prohibida en los medios). Algunos titulares publicaron cosas horribles: “La furia de la televisión contra el culto a la inmundicia”. Quizá en nuestros días plagados de culocracia y escándalos televisivos de poca monta pero de gran repercusión, este episodio no signifique mucho, pero para la pacata mentalidad de la Inglaterra de mediados de los setenta, Juanito Podrido y su banda significaban una afrenta a la moral y las buenas costumbres. Entre sus seguidores, despertó reacciones tales como esta: “Sex Pistols no escribe canciones sobre la anarquía. Es la anarquía. En vez de ubicarse al exterior su ataque parte del centro. Sex Pistols no es una víctima más de la represión. Es la acción”, dijo Carol Coon (artista plástica y crítica musical del Melody Maker). Anarchy in the UK se anota en el puesto doce de los charts. EMI saca el disco de circulación por la amenaza de huelga de sus obreros, que se niegan a fabricar el simple. El contrato es anulado y la banda recibe 25.000 libras de indemnización. Sus conciertos son cancelados y prohibidos. Despiden a Glen Matlock (que forma The Rich Kids) y contratan a Sid Vicious. El nueve de marzo de 1977 firman contrato con el sello A y M por 75.000 libras. Sin embargo, las buenas relaciones duran poco. Oficialmente, el mal comportamiento de los Pistols hace que A y M rescinda el contrato. La realidad es que otros artistas del sello como Peter Frampton, Karen Carpenter y Rick Wakeman, se quejan de la entrada de los revoltosos adolescentes y amenazan con irse. A A y M no le conviene. En mayo firman contrato con Virgin Records y por fin se distribuye God Save The Queen. Sigue prohibido en Inglaterra difundirlos por la radio o la televisión. Durante el desfile de la reina por el Silver Jubilee alquilan un barco (llamado por caso Queen Elizabeth) y tocan por el Támesis a la par de la carroza. Son obligados a amarrar y se inicia una batalla campal entre policías, público y Sex Pistols. Mc Laren y Westwood son arrestados; Cook debe ser hospitalizado por las heridas que recibe. Por esos mismos días, el simple God Save The Queen es uno de los diez más vendidos. Se desata, al mismo tiempo, una ola de prohibiciones en contra del punk: los grupos ya no encuentran lugares para tocar, se suspenden presentaciones y festivales. Sex Pistols son prohibidos, ignorados, censurados. Un miembro del Parlamento británico se descuelga con lo siguiente: “Si usan la música para destruir instituciones establecidas, ellos serán destruidos primero”. I Did It My Way El viernes 28 de octubre de 1977, Virgin Records lanza el long play Never Mind The Bollocks (Here´s The Sex Pistols) que alcanza en pocos días el primer puesto del chart inglés. Se organiza una gira por Estados Unidos plagada de problemas y escándalos. Tocan sólo en seis de los treinta lugares en que habían pactado tocar. El 17 de enero de 1978 Lydon anuncia que abandona el grupo. Públicamente disuelta la banda, cada uno se dedica a sus asuntos: Lydon forma P.I.L (Public Image Limited); Vicious, protagonista de una desenfrenada espiral de drogas, alcohol y autodestrucción, graba la inolvidable versión de My Way (de Frank Sinatra), forma una banda (Vicious White Kids) y da conciertos en teatros y clubes de EEUU e Inglaterra. El 12 de octubre de 1978, Nancy Spungen, novia de Sid y acusada por todos de llenarle la cabeza y conducirlo por el mal camino, es encontrada apuñalada en la habitación 100 del mítico hotel Chelsea de New York. Vicious es encarcelado como principal sospechoso y liberado bajo libertad condicional tres meses después. El 2 de febrero de 1979, se inyectaría una sobredosis de heroína y partiría hacia el Olimpo de las estrellas de rock, aquellas que viven rápido y mueren jóvenes. El 26 de febrero de 1979 sale a la venta The Great Rock n´Roll Swindle, rareza de álbum doble (en el que cantan el famoso ladrón Ronnie Biggs y hasta el mismísimo Malcom Mc Laren) con algunos temas nuevos, covers de viejos temas de rock n’roll de los cincuenta y los simples que habían sacado hasta ese momento. Ese mismo año, se estrena también la película del mismo nombre. En 1996 se reunieron para realizar la Gira del Sucio Lucro, según sus declaraciones lo hacían porque: “inventamos esto hace veinte años y ahora hay tantas bandas ganando dinero a costa nuestra; lo mínimo es que pasemos la gorra”, en una clara alusión a bandas comerciales como The Offspring o Green Day. La historia de Sex Pistols incluye honestidad artística, velocidad y muerte. Quizá su nueva versión, acorde a los tiempos que corren, esconda a unos viejos músicos con un poco de barriga y algo pasados por agua, pero sin duda con las mismas ganas de armar un buen barullo sobre el escenario, casi como hace treinta años atrás. Entrevista a Gustavo Sala. “La calle está llena de ideas” Se llama Gustavo Sala y es oriundo de Mar del Plata. Nos divierte todos los jueves desde el suplemento NO del diario Página 12. Sus caricaturas nos hacen reír con un guiño irónico hacia el mundo del rock y nuestra realidad cotidiana. LA MÉDULA se comunicó vía correo electrónico y Sala accedió cortésmente a contestar nuestro interrogatorio. Disfruten entonces de las respuestas de un humorista inteligente y desinhibido. LA MÉDULA: ¿Cuáles fueron tus comienzos? ¿Tenés formación autodidacta? GUSTAVO SALA: Comencé como lector, atraído mucho más por las revistas con dibujos que por los libros que incluían sólo texto. Me di cuenta que me interesaba ese universo de dibujos, globos de diálogo, revistas apaisadas y olor a papel impreso. Como todos o la mayoría, empecé copiando lo que tenía a mano y luego copiando lo que más me gustaba. De a poco, uno se va orientando a lo que más le interesa o a lo que mejor le sale, ¿no? Así que como me costaba mucho (y me sigue costando) la figura humana, me tiré más por el lado del dibujo de humor, aunque no es lo único que consumí ni consumo. De pendejo uno se va relacionando con gente, te invitan a publicar en un fanzine, hacés amigos, publicás unas caricaturas en alguna revistita de barrio, te encargan alguna cosita, mandás a una revista de continuidad, empezás a cobrar una guita por lo que dibujás, la cosa sigue. Aparecen propuestas, nuevos medios y entrás en el “ambiente”. Con respecto a mi formación, me considero más autodidacta. Definitivamente. No me jacto de eso, ojo, al contrario. Debería ponerme a estudiar figura humana y perspectiva de una vez. LM: ¿Quiénes fueron tus referentes? GS: Seguramente la gran influencia en materia de historieta sea el gran Robert Crumb, dios norteamericano del underground y responsable, entre muchas otras cosas, de limarnos el cerebro a muchos de los que nos encontramos con su laburo. Me gustan muchos autores yanquis como Peter Bagge, Daniel Clowes, Charles Burnes, Johnny Ryan, el canadiense Dave Cooper, tipos difíciles de rastrear pero con trabajos impresionantes. Y muchísimos dibujantes argentinos: el Niño Rodríguez, Pablo Fayo, Dani the O, Fede Pazos, Lucas Varela, Juan Sáenz Valiente, etc. Muchos de ellos además de colegas, amigos. LM: ¿Concordás con Pizarnik, que definía al humor, junto al humor y al suicidio, como una actividad subversiva? GS: No sé si el humor es necesariamente subversivo. Me parece que hay varios tipos de humor, todos válidos y distintos entre sí. Digamos que no es lo mismo Midachi que Sergio Langer o la película Borat que Jorge Corona. Y en todos los casos estamos hablando de humor. Por supuesto que en los que más nos interesan está presente esa cuota de incomodidad, de incorrección, de generar preguntas, opiniones y demás. En mi caso, creo que lo que más me interesa es molestar un poco, incomodar y por qué no, hacer reír. LM: Dentro de tu trabajo hay una tendencia hacia el escarnio de las verdades absolutas, ¿esto forma parte de una filosofía de vida, un posicionamiento o un punto de vista? GS: Quizá forme parte de todo eso, pero de manera inconsciente o espontánea. A veces, uno es crítico sin proponérselo, te sale de forma natural. Probablemente preste atención todo el tiempo a determinadas cosas cuando salgo, por ejemplo, en bares, recitales, cines. La calle está llena de ideas. Así que gracias a todos los que sin darse cuenta escriben los guiones por mí. Je. LM: Muchos de tus personajes están inspirados por la cultura rock, ¿tiene que ver con eso de “satirizar lo que se ama” como dice Capusotto o el rock y sus personajes son una institución más a la que apuntás con tu láser humorístico? GS: Sería muy bueno si existiera ese láser humorístico, un rayo que sirviese para hacer graciosa cualquier cosa. Apuntás a una sandía, por ejemplo, y automáticamente es graciosa. Le apuntás a Nito Artaza y se convierte en alguien gracioso. Si lo tenés, por favor, avisáme. Con respecto al rock y sus personajes, es algo que me gusta consumir, me divierte y en algunos casos me entristece, pero siempre provee de una cantidad interesante de material. Además escucho rock, leo sobre rock, veo shows, etc. Así que es un terreno en el que me siento cómodo y que más o menos conozco. LM: ¿Es cierto que tenés una banda de rock? GS: Mi banda de rock no existe más, se llamaba Gascarne. Yo era el cantante y escribía las letras; hacíamos un rock medio experimental, qué sé yo. Una experiencia totalmente distinta a la soledad y quietud del trabajo como dibujante. Exactamente lo contrario, así que era un buen balance: el tablero y la sala de ensayo. LM: ¿Preferís la literatura a la televisión, viceversa, o te llevás bien con las dos? GS: Lamentablemente leo muy poca literatura. Este año me propuse darle más a los libros. Televisión tengo, pero veo poca, como no tengo cable suelo ver algunas cosas de canal 7, lejos el mejor canal. Pero no soy un consumidor de tele muy importante. LM: A tu criterio, ¿los medios son responsables de aquello de lo que tantas veces se los acusa (frivolidad, banalización de la realidad) o lo que consumimos tiene que ver con una responsabilidad individual? GS: Seguramente los medios de comunicación tienen la culpa de ser malos o buenos. Los canales, programas, revistas, radios y demás están hechos por personas con determinados intereses, inquietudes, gustos y finalidades. Evidentemente son responsables de lo que emiten, publican o ponen al aire. Yo creo que la gente mira la televisión (hablando del medio más masivo posible) que miran los demás. Pero para mí es un tema de miedo: miedo a quedarse solo, a no tener con quién hablar de tal programa. Me parece que la mayoría de la gente necesita “estar al tanto” de lo que se habla, de lo que la tele instala. Digamos que si una señora mira un programa de filosofía en canal 7, va a tener muchas menos personas con las cuales hablar de ese programa que si mirara Tinelli. No sé si se entiende la idea, pero creo que la gente mira lo que miran todos por miedo a quedarse sola. LM: De no haberte dedicado al cómic, ¿qué otra profesión hubieras elegido? GS: Mmmm… quizá la de músico. Haber estudiado algún instrumento o haber estudiado teatro o cine. Pero bueno, me da demasiada fiaca emprender semejantes cosas. LM: En materia de política, ¿te definirías como anarquista, neoliberal o democrático? GS: No me definiría. LM: Con respecto a los destinos del país, ¿largas esperanzas o No future? GS: Yo diría que esperanzas más o menos cortas. No más de dos metros de largo. LM: Por último, sabemos que editaste un libro con prólogo de Leo Maslíah, contános un poco de qué se trata. GS: Al libro lo sacó Ediciones De La Flor y salió en octubre del año pasado. Tiene el típico formato apaisado de Mafalda y reúne las tiras de Bife Angosto que publico los jueves en el suplemento NO de Página 12 (www.angosto.blogspot.com), más algún material que preparé especialmente. De La Flor tiene distribución nacional, así que seguramente lo pueden encontrar en Córdoba. Un clásico cordobés. Por E. G. La historia de Año Luz empezó allá por diciembre del 75, cuando se juntaron Henry Garrido (1era guitarra), Alfredo García (2da guitarra), Daniel Álvarez (batería) y Jorge Cueto en bajo. “Nuestras influencias siempre vinieron desde el rock sinfónico. Yes, Crimson, Pink Floyd. Recuerdo que un amigo trajo de España Whish You Were Here. Nos voló la cabeza”. En el 79 la formación cambió y Oscar Mora y Mario Solca pasaron a los puestos de 1era y 2da guitarra respectivamente. Ya en los 80, Año Luz quedó conformado como un power trío con influencias del hard rock, con Zeppelin y AC/DC a la cabeza. “El guitarrista tenía toda la impronta de Agnus Young. Se vestía con unas bermudas de cuero, una gorrita; se tiraba al suelo para tocar”, recuerda Jorge con una sonrisa. “En esa época todo era rock en Córdoba. Ibas a una peña y tocaba una banda de rock. EN los centros vecinales, tocaban bandas de rock. No había cuarteto. El cuarteto llegó en el 85, 86. Tampoco había bandas de covers”. La década del 80 trajo la democracia y aires de libertad se respiraban en la Docta. Desde el 82 al 85 se hizo el Córdoba Rock, que duraba 5 días. Actuaban de 10 a 12 bandas por día y llevaba unas tres mil personas. Jorge Cueto es el autor del clásico Quién se ha tomado todo el vino, tema que la Mona versionó en el 86 y se convirtió en un himno cordobés. “Los martes y jueves ensayábamos. Y los sábados nos reuníamos con Mario Altamirano (guitarrista, que entró en la banda de la Mona en el 84) a armar temas. Esa mañana, teníamos una damajuana de vino, eran como las 10:30. A la una de la tarde no quedaba nada, ¡habíamos tomado tres litros de vino en menos de tres horas! Y jodiendo con eso, fue saliendo el tema”. Actualmente, Año Luz está formado por Robi Polizzi en batería, Ernesto Borgatello en 2da guitarra, Ezequiel Cueto en 1era, Matías Cueto en teclados y Jorge, firme en su bajo. Cuando le pregunto por su época preferida, me contesta con un brillo en los ojos que los 80. “En febrero del 83 habíamos armado con un productor, una fecha en el Estadio del Centro, con dos cantantes folk: Marcelo Stud y Miguel Medina. Fueron 1500 personas. Veíamos la cola desde arriba, para sacar La entrada”. Año Luz grabó su primer disco en febrero de 2009 en el Cosquín Rock. Invitados por un amigo de la UMI (Unión de Músicos Independientes), se calzaron los instrumentos y de una sola toma, salió Rockeando en Cosquín, que contiene 6 temas. Participaron Alfredo García en guitarra y Juancho Moyano en traversa. “Creo que el mejor rock de la historia es el psicodélico, el sinfónico. Para mí la música ha perdido musicalidad. Ahora creen que copn tres acordes ya está, y no es así”, sentencia Jorge. Año Luz es un ejemplo de la perseverancia. En sus 36 años de vigencia demostraron que se puede frente a todo designio y moda. Déjalo ser. Por E.G. Nunca nadie hubiera imaginado que estos cuatro muchachos, hijos de la clase media baja de Liverpool (Inglaterra) llegaran tan alto y se convirtieran en una especie de bisagra de los tiempos. Con ellos, lo accesorio, como la vestimenta y los peinados, y lo esencial, como una forma de pensar y de vivir, tomaron una nueva faceta. El amor, la libertad, la amistad, la melancolía, adquirieron tonalidades renovadoras de la mano de melodías que, si bien al principio eran de talla comercial, con el tiempo abordaron lo experimental y produjeron un cambio dentro del rock y del pop, que aun hoy, más de cuarenta años después, tiene repercusiones. Los orígenes La vida de los Beatles no comenzó el 2 de marzo de 1963, día en que Please please me trepó al número 1 de los ránkings en Inglaterra. Más bien comienza el día en que un alcoholizado Lennon adolescente conoce a McCartney, después de un recital con su banda (The Quarrymen) en una parroquia de la ciudad. Un amigo en común los presentó; poco después McCartney contactó a Harrison. El último en aparecer fue Ringo, que reemplazó a Pete Best para las primeras grabaciones. Quizá el momento de afianzamiento de la banda, cuando Paul todavía tocaba la guitarra y en el bajo estaba Stuart Sutcliffe, fueron esos meses de gira por Hamburgo (Alemania), gira en que los Beatles subían al escenario vestidos con camperas y pantalones de cuero negro, escupían al público y se insultaban entre ellos. Este comportamiento llevó a Ringo (que los encontró mientras él giraba con Rory Storm) a decir que se veían y actuaban como “una verdadera banda proto-punk”. Sin embargo, un año después, firmaban contrato con Brian Epstein como representante y éste los domeñó, moldeándolos para que tuvieran una imagen y un sonido más comercial. Beatlemanía y después La llegada de Please please me al número 1 de las listas musicales de Gran Bretaña, significó la grabación del primer disco (del mismo nombre) y el comienzo de la Beatlemanía (proceso por el cual la histeria femenina daría rienda suelta, a la par de un aluvión de merchandising de la banda). En febrero del ’64, los Beatles desembarcarían en un EE.UU aburrido de la música sacra que las radios difundían después del asesinato de Kennedy (ocurrido unos meses antes) y el fenómeno se hizo mundial. El 5 de noviembre de ese mismo año, The Beatles se presentaron en el Teatro Príncipe de Gales, formando parte de la Función de Variedades por Orden Real, a la que asistieron la princesa Margarita y la Reina Madre. El titular del Daily Express fue contundente: “Los Beatles conmueven a la Realeza”. Fue allí donde Lennon, con su característica irreverencia y en medio de un griterío infernal, dijo: “Los de los asientos baratos, aplaudan. Los demás, hagan sonar su joyería”, antes de despacharse con una versión inolvidable de “Twist y gritos”. La Beatlemanía significó para la banda una serie de giras y presentaciones extenuantes, hasta 1966. Desde el ‘63 al ‘66 se sucedieron los álbumes: With the Beatles, Beatles for sale, Help!, y Rubber soul. A partir de este último, los Beatles se metieron en el camino de la experimentación con instrumentos (Harrison introdujo el sitar) y con sonidos que desafiaban, tanto los equipos para tocar en vivo y los estudios de grabación, como la música que en general se estaba haciendo por esos días. Un nuevo ciclo Para la mentalidad del showbussines de fines de los ’60, dejar de tocar en vivo, significaba una especie de suicidio para cualquier grupo que se preciara de tal. No lo fue, en efecto, para los Beatles, que dieron a luz, dentro de los poco sofisticados estudios de grabación de entonces, los mejores álbumes de la música pop de todos los tiempos. Los Beatles, de la mano de un Lennon que ansiaba liberarse (y que ya había conocido a Yoko Ono), de un Harrison que dio sus mejores composiciones (como “Something”, “Old Brown Shoe”, “Here comes the sun”, “While my guitar gently weeps”) y de un McCartney que mantenía el equilibrio con su costado melódico (pese a sorpresas como “Helter Skelter”), abrieron caminos que aun hoy siguen vigentes para todo músico. Así se sucedieron Revolver, White Álbum (una verdadera gema doble, que es una competitiva demostración de lo que cada uno de los miembros del grupo podía hacer), Yellow Submarine, Let it be, Abbey Road. Pero los Beatles ya no eran los mismos. Años de convivencia, sufrimientos y ambiciones, los habían desgastado. En el documental Let it be, se ve parte de lo que fue ese resquebrajamiento. El 10 de abril de 1970, Paul anunció a los diarios que abandonaba The Beatles por “diferencias personales, comerciales y musicales”. La separación estuvo plagada de amenaza, insultos y gritos de odio. Millones de personas en el mundo entero se lamentaron y por muchos años fantasearon con una nueva reunión. Pero los Beatles eran sinceros, y ninguna montaña de dinero o de éxito, lo iba a obligar a montar una farsa. Hubo una reunión con Harrison aun vivo que les permitió sacar Free as a bird con cintas de grabaciones de Lennon, que les procuró Yoko Ono. La magia pareció revivir en plena década de los noventa. Sin embargo, no hacen falta cintas remasterizadas: lo mejor de los Beatles está plasmado en esos nueve discos que construyeron juntos y que los elevaron a la altura de los clásicos modernos. Desventuras y hazañas de un pícaro. Por E. G. Simplicius Simplicissimus de Grimmelshausen es una novela que ya, en 1668, era moderna. EN pleno siglo XVII y enmarcada en la tradición picaresca, supo retratar los horrores de la Guerra de los 30 años. Grimmelshausen no fue un autor reconocido en vida. Es más, vivió alejado de las cortes y del mecenazgo de los príncipes alemanes que era, en ese momento, la manera de llegar al éxito y de vivir de la literatura. Su existencia fue casi anónima, trabajando como notario de varios oficiales, criando junto a Katharina Henniger una prole de diez hijos y dando a luz algunas de las obras más importantes de la literatura universal como La pícara coraje, El curioso Springisfeld o el Simplicius Simplicissimus. Obra diversa Según Jan Sholte, la estructura de cinco libros del Simplicissimus se atiene fielmente a los principios aristotélicos. Sholte se basa en las teorías del psicólogo Jung, quien postuló que el drama clásico construido en cinco actos, contiene la forma primitiva de todo sueño y creación poética humana. Además de ser autodidacta y popular (su única educación formal fue una escuela de franciscanos en la niñez) Grimmelshausen estaba imbuido en la cultura renacentista de su país, que había retomado el Humanismo luego de dos siglos de Reforma protestante. El barroco alemán, por otro lado, presenta, particularidades específicas como la introducción de géneros literarios provenientes de otras latitudes como España, Inglaterra, Italia y Holanda. La novela picaresca, procedente de España, es otra de las fuentes de inspiración del autor de Simplicissimus. La obra, de hecho, cuenta las vicisitudes del pícaro, héroe y antihéroe, católico y protestante, malhechor y asceta, en su lucha por sobrevivir dentro de una sociedad sumida en la guerra y la miseria. Al mismo tiempo, Grimelshausen trabajará lo autobiográfico, formativo y didáctico, en la mejor tradición del “Bildungsroman” alemán. Simplicius y la Guerra de los 30 años El protagonista narra en la novela, la serie de artilugios que, como todo pícaro, tuvo que desarrollar para seguir con vida. Así, arrancado en su adolescencia de la aldea en que nació, por un grupo de soldados que la arrasan, se ve catapultado hacia el mundo. Simplicius será bufón en la corte de Hanau (donde, haciéndose pasar por loco, dirá algunas verdades), soldado imperial, propietario de bienes y famoso cazador, actor en la ópera de París; se verá convertido en indigente después de que le roben toda su fortuna, para finalmente repuntar su economía en la aldea de la Selva Negra, aldea de la que salió. Sin embargo, hacia el final de la novela y capitalizando todo lo aprendido, dará un vuelco a su vida, eligiendo valores trascendentales. “… Cada uno debe conocerse a sí mismo, ello me hizo reflexionar y me movió a mí mismo a pedirme cuenta de mi vida pasada, porque la pereza llenaba toda mi vida. El cuerpo está cansado, el juicio rebasado, la inocencia perdida…”, y así es como Grimmelshausen hará reconocer los errores cometidos por su personaje, para hacerlo pasar al ámbito del ascetismo. Be-bop y más. Por E. G. Dueño de un gran carisma y de una vertiginosa interpretación, Dizzy Gillespie supo granjearse un lugar en la historia del jazz. Según André Francis en su libro Jazz, el genio de Dizzy Gillpespie podía ser comparado con el de Charlie Parker: gran talento como cantante y prodigiosas características de showman. Gillespie nació el 21 de octubre de 1917 en Carolina del Sur (EE.UU) en una familia de siete hijos y empezó desde chico a practicar con diferentes instrumentos. Así, probó sucesivamente el piano, la batería, el trombón, la tuba, quedándose al final con la trompeta. Su familia se mudó a Filadelfia y en esa ciudad debutaría profesionalmente a los catorce años. EN 1937, ya en New York, fue contratado por la célebre pista de baile Savoy junto al baterista Chick Webb. El mismo año viajó a Francia con la orquesta de Teddy Hill. Es por esa época que comienza a aparecer el sobrenombre “Dizzy” (su nombre de nacimiento era John Birk) al mismo tiempo que el vertiginoso y carismático trompetista. De febrero a marzo de 1945 grabó con Parker y empezó a componer, a hacer arreglos y a dirigir. Emprendió un tour con artistas de la talla de Ella Fitzgerald, Cab Calloway o Duke Ellington. Además, dirigió pequeñas agrupaciones. Pero resultó para él un gran triunfo organizar en 1946 una gran orquesta con la que estuvo de gira en 1948 por Europa. Sin embargo, el disco Swing, no fue un éxito comercial como esperaba y volvió a las pequeñas formaciones. Dizzy Gillespie formó parte del estilo be-bop, aquel estilo que hiciera furor en los tempranos ’50, sobre todo en beatniks y escritores de la generación beat, como Jack Kerouac. Al trompetista se le atribuye la paternidad de la disociación de la sección rítmica, que es una de las principales características de este estilo, junto al baterista Kenny Clarke. La sección rítmica bop, según André Francis, trabaja en realidad con un espíritu de simplificación, evitando que los instrumentos se doblen. Además del enriquecimiento de lo rítmico, los principales investigadores de este estilo, como Dizzy, Thelonius Monk y Charlie Parker, revalorizaron el material melódico y armónico. El be-bop significó para la juventud de todo el mundo y para la de Estados Unidos específicamente, una especie de liberación que subvertía los cánones aceptados y consagrados. El que mostró el camino. Por E. G. Silvio Romero es el visionario recopilador de los Cantos populares del Brasil de 1883, libro que constituye el primer documento de la literatura oral brasilera. Cantos populares del Brasil fue publicado en Lisboa (Portugal). Pero Silvio Romero le debe a una temporada en Recife, Brasil, 1868 a 1876, la iniciación en estos estudios. Después, en Lagarto, Estancia y Parati, recogerá material folclórico: versos, romances, historias, lundus y chulas. De 1870 es su primer ensayo sobre la formación étnica de Brasil: El carácter nacional y los orígenes del pueblo brasilero. Segú su biógrafo, Silvio Rabelo, para Romero los estudios, el interés estético, histórico y psicológico nacional, eran preocupaciones de todos los días y la base de su crítica aplicada a la literatura, la historia y en general a la vida espiritual brasilera. De esa época data su lectura de un ensayo sobre el Cantar de los Nibelungos de Emilio de Laveleye que lo inspiró, dándole el rumbo que debían tomar posteriormente sus trabajos. En 1879, Romero fijó residencia en Río de Janeiro y comenzó a publicar una revista sobre estudios de poesía popular brasilera, que fue luego recopilada en un tomo, 1888 como Estudios sobre poesía popular del Brasil. Estos estudios duraron un año y formaron parte de un programa de análisis del folclore brasilero, su literatura oral, su poesía, el teatro tradicional, oraciones, juegos infantiles, cantos populares. Según Romero, la producción que circulaba entre los mulatos de la costa, los indígenas y los portugueses, era extranjera. Lo genuinamente nacional era lo que descendía de ellos. El mestizo, brasilero nato, suma de generaciones, era el elemento diferenciador, asimilador y nacionalizante. Silvio Romero es el primero en integrar lo negro como algo indispensable en la cultura popular. El baile de la lavandera, es un baile de la zona de Bahía y Sergipe. Estos bailes eran creados por jóvenes de ambos sexos, de las mejores familias. Las letras no eran populares, sino creadas por poetas, y existen varias colecciones todas impresas en Bahía. La traducción es literal. El baile de la lavandera. Antes de que salga el sol, Voy a madrugar En las márgenes del río, Adonde voy a lavar. Pasaré contenta, Muy divertida Con mis compañeras Que también son lavanderas. Ahí me quedaré Bien acomodada, Libre de calor, Para estrujar, mejor. Por este cantito Estaré muy alegre En el mismo lugar Viendo pasar gente. Voy caminando Y el sol está alto Ya no sé si corro Ya no sé si salto Por allá la veo Es otra compañera Es esa Damiana La que veo primera. El primer tunga-tunga. Por E. G. El cuarteto Leo es considerado un grupo fundacional en la historia del género. Con mucho esfuerzo y paciencia lograron hacer masiva una música muchas veces despreciada. Al Cuarteto Característico Leo, se le debe el nombre de un género musical: el cuarteto. ¿Y por qué? Tan simple como que los integrantes eran cuatro: Don Augusto Marzano en contrabajo, su hija Leonor en piano, Muguel Gelfo en el acordeón y Luis Cabero en violín. A ellos se agregó un cantante, Fernando Achával, que al mismo tiempo hacía las veces de presentador. Y fue Leonor con su piano (o el piano que le tocara en suerte, según donde se presentaran), quien inventó el “tunga-tunga”, marcando el ritmo de forma contundente. El fundador En 1895 en Santa Fe, nacía Don Augusto Marzano. Empleado del ferrocarril, tocaba el contrabajo y la armónica en una orquesta característica. En 1938, con sólo 18 años, ingresa a la orquesta Miguel Gelfo con su acordeón. Años después, Marzano le pide formar un cuarteto incorporando a su hija Leonor Marzano. Don Augusto elegirá el apócope del nombre de ésta para llamar al cuarteto, aduciendo que “ese nombre nos traerá suerte”. En 1945, Leonor y Miguelito se casaron. Debut y después El 4 de junio de 1943 el Cuarteto Característico Leo, hace su debut en LV3, por ese entonces en la calle Jujuy al 271. El aluvión de cartas, telefonazos y pedidos de contratación es impresionante. Tuvieron ese programa por dos años. Allí comienza la época de oro, o etapa campesina donde la Leo emprendió giras por todo el interior de Córdoba y también por el interior de Buenos Aires. En el 53’ graban su primer disco, en Rosario, bajo el sello Trío, financiando Don Marzano los 5000 discos de pasta. Tres años después pasa algo muy significativo: la Leo pasa de los bailes campesinos a los bailes semiurbanos multitudinarios en pistas como Cherubini, La Carbonada, Club Jabase, General Belgrano y la famosa Toscana. Según OsvaldoT. Hepp, en su libro La soledad de los cuartetos es el momento en que “barro y gringo quintero, penumbra y morochaje, conforman las imágenes típicas de estos singulares encuentros masivos”. En 1965 José Sosa Mendieta, un gran decidor, cantante y conocedor de la psicología popular, fue reemplazado por Carlitos Rolán, lo que inició una nueva etapa exitosa del grupo. En el 69’, la Leo logró introducirse en el centro de la ciudad de Córdoba: esto pasó en los bailes de carnaval en el Club Rieles Argentinos. La Leo es protagonista de varios sucesos históricos, como ser la primera orquesta del interior en paparecer en Sábados Circulares, protagonizar LA fiesta de los cuartetos (programa emitido por canal 12 y conducido por José González), grabar dos temas en el disco De Usuahia a la Quiaca de León Gieco y, por fin, el 23 de enero de 1987, tocar en el Festival Nacional del Folclore, donde conmueven a todo el público presnete. A esa altura, ya estaba a cargo de la Leo, Eduardo Gelfo, hijo de Miguel y Leonor. Una voz en mi cabeza. Por E. G. Más extraño que la ficción, refleja con ingenio el entrecruzamiento entre realidad y ficción dentro de una obra en construcción. ¿Qué haríamos si un día, una voz en off (que parece salir de nuestra propia cabeza nos indica cada cosa que sentimos, hacemos, o vamos a hacer? Eso le sucede a Will Farrell, protagonista de Más extraño que la ficción. Confundido, este hombre solitario y metódico, comienza a buscar la respuesta, primero en psiquiatras y psicológos y luego, convencido de que no está loco, le da en la tecla consultando a un especialista en literatura norteamericana e inglesa. Este especialista, que no es otro que el gran Dustin Hoffmann, al principio cínico y descreído, se interesa por el caso y comienza a investigar. La película cuenta con grandes actuaciones, entre las ya mencionadas, también la de Ema Thompson, que interpreta a una escritora con muchos escrúpulos. La película está dirigida por Marc Forster y es una comedia que no deja de tener una historia de amor y un final feliz. Pero, lo más importante, es que plantea la yuxtaposición que se da dentro de una obra de ficción, entre la realidad misma y lo que sucede en la mente de una creadora. Todavía un cross a la mandíbula. Por E. G. Desde el anonimato al Nobel, Hemingway supo forjarse una imagen de aventurero y díscolo que le reportó millones de lectores. Ernest Hemingway es uno de los mejores escritores de la literatura estadounidense. Con su escritura lacónica, sincera y metafóricamente autobiográfica, supo cultivar el éxito y seducir a millones de lectores en todo el mundo. Pero no siempre gozó de un buen hado. Cuando joven, en la segunda década del siglo pasado, se cansó de enviar manuscritos a las editoriales, que siempre lo rechazaban. No fue hasta 1929, con Adiós a las armas, que pudo disfrutar de la popularidad. Afecto a la aventura, durante la Primera Guerra Mundial se enlistó en el ejército, pero fue rechazado por su mala visión. Sin embargo, pudo conseguir una vacante en Italia como conductor de ambulancias. Poco después, se ofreció como voluntario en el servicio de cantina y empezó a repartir cartas, tabaco y chocolates a los soldados en el frente. Allí lo alcanzó una granada y fue a parar al hospital, donde conoció a Agnes, una enfermera inglesa de la que se enamoró. Este amor le sirvió de inspiración para su primer éxito editorial. Después de la guerra, Hemingway se fue a París y sufrió la pobreza; allí también trabó amistad con Ezra Pound y Gertrude Stein. Después del éxito, se dedicó a sus pasiones: las corridas de toros, la caza mayor en África y el boxeo. Cubrió la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Civil Española (en la que también luchó). Se fue a vivir a Cuba y se dedicó a escribir y a pescar. En 1952 escribió, quizá, la obra que siempre quiso escribir: El viejo y el mar. En 1953 le dieron el premio Pulitzer y un año después, el Nobel. Volvió a EE.UU después de que ganó Castro en Cuba y vivió con su esposa en Idaho. Pero su creatividad fue mermando y en 1961 decidió poner fin a su vida. Atrás quedaron algunas de las mejores obras de la literatura universal. La Dama Blanca del blues. Por E.G. Janis Joplin le puso el cuerpo a la pasión, el desgarro y la entrega, en cada escenario que pisó. Nació el 19 de enero de 1943 en Port Arthur, Texas. Nadie hubiera previsto que esta muchachita tímida, con demasiado acné y tendencia al sobrepeso, se convertiría en la primera mujer estrella de rock allá por los sesenta. En el secundario se unió a una pandilla de beatniks y fue segregada por sus compañeros racistas, tildada de “amante de negros”. Ya se vislumbraba por aquella época que Janis tenía una mente más abierta que sobrepasaba el sentido común de sus pares. Comenzó a cantar a los diecisiete años, en bares de Port Arthur y Luisiana. Estudió Bellas Artes en la Universidad de Texas, hasta que en 1963 se mudó a San Francisco y tres años después, gracias a la conexión de Chet Helms (mánager de la banda) se unió de The Big Brother and The Holding Company. Por aquella época, San Francisco era un hervidero. El movimiento Hippie estaba naciendo y Janis se sentía fascinada por el ambiente musical. A diferencia de Los Ángeles, ciudad desarraigada y meca de la industria cinematográfica y discográfica, San Francisco destilaba creatividad, arte y rebeldía. Janis compartió cartel con bandas psicodélicas como Grateful Dead y Jefferson Airplain en Avalon Ballrroom, Fillmore East y Fillmore West, y en festivales al aire libre en el Hihg Ashbury (barrio joven y excéntrico de San Francisco) o en el Golden Gate Park. En 1967 Big Brother and Holding Company actuó con Joplin como cantante en el Festival de Monterey (se puede ver en la grabación de “Ball and Chain” de Big Mama Thornton, la entrega de Joplin y cómo dejaba boquiabierta a la audiencia). Allí compartieron escenario junto a Jimi Hendrix, The Who y Otis Redding y los vio el productor de Dylan, Albert Grossman, que los contrató. Viajaron a New York y grabaron el disco Cheap Thrills, que salió en agosto de 1968. A los tres días fue disco de oro y al mes vendió más de un millón de copias. Pero la fama empezaba a presionar a Janis Joplin: su carisma eclipsaba a la banda y por consejo (y apriete) de Grossman, decidió dejar Big Brother and Holding Company. Juntos reclutaron músicos y llamaron al guitarrista Sam Andrew (de la anterior banda) y formaron Kozmic Blues Band, que tenía un estilo más blues y más soul, que era lo que Janis quería hacer. Con su nueva banda, la cantante sacó I Got Dem Ol’ Kozmic Blues Again Mama, que recibió malas críticas. A esa altura, Joplin se había adicta a la heroína y los barbitúricos. Sin embargo, y con Grossman como mentor, formó una nueva banda: Full Tilt Boogie Band. Con ellos grabaría Pearl en septiembre de 1970 que saldría póstumamente. Janis Joplin es un símbolo de la rebeldía, del tesón y del amor. Amor por la música, su público, la vida. Garganta con arena. Por E.G. Extraordinario cantor de tangos, “El Polaco” Goyeneche no sólo les puso letra y melodía a los argentinos, sino que se convirtió, aun en vida, en una figura mítica, en una leyenda de la música ciudadana. A manera de prólogo Muchos critican de Goyeneche su imposibilidad para retirarse cuando aun “tenía voz”, dicen, cuando “aun podía cantar”. La verdad es que, ahora que lo pienso, nunca he visto ni oído en otro artista, la emoción que transmiten los últimos tangos de Goyeneche. El temblor de su cuerpo, y su voz, si bien caduca con respecto a los años mozos, con un caudal todavía importante, llenaban las canciones de algo que no se estudia: desgarro, tristeza, dolor, como enseñando a las nuevas generaciones, que no sólo de la limpieza y de la prolijidad vive un cantor. Fue por esos años que “El Polaco” se convirtió en un personaje mítico de la noche porteña, actuando en pequeños bares-antro (como Caño 14) y haciendo honor a la letra de la canción que le dedicara Cacho Castaña: “Tu vida tiene un karma/ cantar, siempre cantar”. Y así fue. Goyeneche cantó, criticado e idolatrado, hasta el último día de su vida, el 27 de agosto de 1994. Flaco, rubio y de pelo largo Goyeneche era descendiente de vascos y sobrino del músico de tango Roberto Emilio Goyeneche, por lo tanto desde su infancia y adolescencia, estuvo en contacto con el ambiente de la música. El apodo de “El Polaco” se lo pondría Ángel Ruiz, cantante con quien formara un dúo en la orquesta de Horacio Salgán, a la que entró en 1952. Antes de cantar profesionalmente (nunca tuvo una educación formal con respecto al canto) Goyeneche tuvo diversos trabajos. Trabajó como mecánico, taxista y chofer de colectivos, y quizá estas experiencias agotadoras y desgastantes, fueron las responsables de que fuera tan popular. Su forma coloquial para hablar, su modo sencillo, de hombre de barrio que salió adelante con esfuerzo y talento, enloqueció a los argentinos y también a muchos países extranjeros. Pero el estrellato llegó cuando estaba en la madurez de su vida. No se trató de una carrera efímera que subió de golpe, sino de una carrera desde abajo y casi anónima al principio. 26 tangos y más Una de las grandes experiencias de “El Polaco” fue haber cantado en la orquesta de Aníbal Troilo desde el año ’56, y haber grabado con él, nada menos que 26 tangos. Los unía, además, una entrañable amistad y la admiración mutua. En 1968 y 1971, cuando Goyeneche ya era solista, volvieron a juntarse para grabar, respectivamente, los discos Buenos Aires y ¿Te acordás Polaco?. Goyeneche grabó infinidad de clásicos tangueros como “Garúa”, “Naranjo en flor”, “Sur”, “Afiches”, “Qué solo estoy”, “Grisel” y también se animó a salirse un poco de lo impuesto. Grabó, por ejemplo, en Estados Unidos, un LP de tangos con arreglos jazzísticos (hechos por el músico y pianista argentino Carlos Franzetti, radicado en el país del norte) y grabó, en 1969, “Balada para un loco” de Ferrer y Piazzolla, en medio de un escándalo entre puristas del género que no consideraban que esa canción fuese un tango. También participó de la filmación de la película Sur, de Pino Solanas y hasta se animó a trabajar con Porcel en programas humorísticos. Quizá el hombre común, viera en él a un luchador impenitente. Por eso su voz, es parte de la atmósfera argentina. El escritor-metrópoli. Por E.G. John Dos Passos fue periodista, chofer de ambulancias en la Primera Guerra Mundial y un escritor que supo retratar como pocos, la soledad, la indiferencia, el hacinamiento y el trajinar del pueblo estadounidense. Cuando leí Manhattan Transfer (1925) descubrí que se puede hacer literatura experimental, narrativa lineal y ubicar en las dos, personajes vívidos, reales y que hagan incomodar al lector. El accidente de un hombre pobre, una relación entre amantes, el deambular de un desempleado, una conversación entre anarquistas. Todas las vidas, pequeñas e insignificantes para el Poder (así, con mayúsculas), que no son más que las vidas de los ciudadanos comunes a la que un escritor serio debería estar anclado. La Poética de Aristóteles (que lamentablemente se sigue dando en las facultades, como si fuera de vanguardia) enseña que la tragedia debe retratar a los príncipes y reyes movidos por pasiones que no pueden controlar con su voluntad (por lo tanto están justificadas sus debilidades), pero la comedia, en cambio, un género siempre considerado menor, vulgar y grotesco, debía retratar al ciudadano común. Está clara la diferencia jerárquica, ¿verdad? Sin embargo, con buen tino y mejor talante, cientos de escritores serios, desde la primera picaresca (allá por 1500) hasta la picaresca moderna, se encargaron de decirnos que no todo lo grotesco y risueño tenía que ver con el pueblo. El pueblo, la gente común y pobre hasta los dientes, también sufría tragedias y era movida por pasiones que no podía controlar. Manhattan Transfer hizo famoso a John Dos Passos y fue, de alguna manera, profético. Retrata, con la técnica de un mosaico narrativo, toda la crisis que después se adueñó del país en la década del treinta. Personajes reventándose las vísceras por un centavo, que dejan en el camino la juventud, la alegría y el amor. Sobre todo eso. El salvajismo de una ciudad que ha perdido el amor y el respeto en medio de la lucha por sobrevivir. Hay otro libro de Dos Passos que quiero destacar. Y se llama Aventuras de un hombre joven, publicado en 1939. Cuenta la historia de un muchacho con ideales sinceros, que desea, desde el fondo de su corazón, luchar por la libertad de los oprimidos. Se afilia al Partido Comunista considerando que esta militancia lo llevará a buen puerto. Pero su pureza y su entrega, chocan con la burocracia del Partido y sumido en una gran crisis existencial elige, metafóricamente, el suicidio. Es interesante la temática de esta novela, ya que plantea un punto álgido en la Historia de Occidente. Mientras intelectuales importantes como Sartre, apoyaban el régimen comunista ciegamente, aun cuando empezó a hacer agua por todos lados y se vislumbraba que se convertiría en un totalitarismo, Dos Passos tuvo la lucidez de criticar a Estados Unidos (entre otras cosas, fue encarcelado por declarase públicamente en contra de la ejecución de los anarquistas Sacco y Vanzetti) y también a la Unión Soviética. Vale recordar que muchos “intelectuales comprometidos” (como se decía por aquella época) se volcaron hacia el comunismo pensando y creyendo (algunos sinceramente, otros por mala fe –como el mismísimo Sartre) que significaba una opción valedera que otorgaría felicidad, igualdad y fraternidad a los hombres y mujeres del planeta. Dos Passos se adelantó y supo ver que los sistemas que oprimen a los hombres y les niegan sus diferencias, están destinados a sembrar el dolor e, invariablemente, a fracasar. Control y descontrol. Por E.G. Las drogas han existido desde que el mundo es mundo. Pero en este principio de siglo, se han convertido en un flagelo que mata a millones de jóvenes, sobre todo, en las barriadas pobres. Un escritor estadounidense llamado William Burroughs, contracultural y amigo de los excesos, había definido, allá por 1954, a la droga, como un instrumento de control por parte del poder. Este poder puede ser político o económico, qué más da, muchas veces viene entrelazado. Quienes hemos sufrido un problema de adicción, lo sabemos. La dependencia de una sustancia, sólo provoca dolor y falta de libertad, aunque en un primer momento tenga un efecto positivo, como un grupo de amigos con los que uno cree que se divierte y la pasa bien, hasta que todo se pone oscuro, invariablemente. Y digo invariablemente, porque siempre sucede. Uno se dedica a delinquir y es apresado, otra queda embarazada sin desearlo, otro sufre severos daños psiquiátricos y es internado varios meses en un loquero. El panorama se pone oscuro. Quizá, ciertas personas deban vivir ciertas experiencias para hacerse más fuertes. La verdad es que algunos no pueden contar el cuento y, sencillamente, mueren. La cultura de lo in Desde los medios, hay un doble mensaje. Por un lado, demonizar la droga y culparla de todos los males del universo con respecto a los jóvenes. Y, claro está, demonizar a los y las jóvenes pobres, sobre todo, si son empujados a delinquir para consumir. Por otro lado, en la tele, por ejemplo, no se cansan de santificar a consumidores y vendedores de drogas, que hacen constante apología del consumo, como las “estrellas de rock” y diferentes personajes de la noche, que son presentados como “señores” y “señoras”, cuando no son más que prostibularios metiéndonos caca en el marote. El rock comercial, está lleno de letras espantosas que engañan a los jóvenes, diciéndoles que si te dejó tu novia, con alcohol y merca va a volver, o te va a tener lástima y te va a querer más. El pequeño detalle es que, en algún momento (los años ’60) el consumo de drogas fue contracultural y una manera de rebelarse contra el sistema. A comienzos del siglo XXI, podemos ver claramente que el que está drogado, no se rebela, sino que le hace el juego al sistema. Ley antidrogas de Córdoba En Córdoba, fue aprobada por unanimidad la Ley Antidrogas, que se adhiere a la Ley Nacional de Estupefacientes número 23.737. Esta ley tiene como objetivo crear un fuero de Lucha contra el Narcotráfico, compuesto por el Juzgado de Control y por tres fiscalías cuyas estructuras serán determinadas por el Superior Tribunal de Justicia y la Fiscalía General de la Provincia. Existe también la posibilidad de que se creen Secretarías en el interior de Córdoba. Hace poco se publicó, que los posibles candidatos a ocupar cargos son Enrique Gavier, Rubén Caro y Alejandro Moyano. En cuanto a la instancia encargada de confirmar la instrucción, se trataría del Juzgado de Control número 6, cuyo titular es Agustín Spina Gómez. Algunos puntos principales de esta ley antidrogas, tiene que ver con el financiamiento, los controles, las inspecciones preventivas y la distribución de bienes decomisados. Por ejemplo: el Poder Ejecutivo de la Provincia recurrirá a la Nación por el financiamiento (personal policial, servicio penitenciario y prestación de justicia). Hasta tanto se efectivicen los montos, la Provincia adecuará los presupuestos. Se realizarán controles vehiculares de cargas y equipajes en las rutas de la provincia y en la comercialización de psicofármacos y productos aptos para la producción de cualquier tipo de estupefacientes. También habrá inspecciones preventivas (allanamientos), por parte de la policía, en lugares sospechosos o denunciados. En cuanto a la distribución de los bienes decomisados (esto implica multas, beneficios económicos y bienes allanados) se estipula de la siguiente manera: un 40% a u Fondo Especial creado por la ley número 8002, un 30% a un Fondo Especial creado por la ley número 7386 y modificada por la ley 8326 y un 30% al Ministerio de Desarrollo Social o al órgano que asuma las funciones de contención y protección de las víctimas del narcotráfico. Siempre por lo más delgado Sería interesante poder adelantarse a los hechos. Y saber, por ejemplo, en dónde se van a producir las inspecciones preventivas. Muchos dealers estarían contentos con ello. Lo más probable es que se produzcan en lugares pobres, muy pobres, como villas, asentamientos y espacios urbano-marginales. Algo así como que ya sabemos a qué chicos va a parar la policía en el centro. Seguramente no van a ser rubios de ojos celestes. La verdad es que la pobreza, la marginación y el desempleo crónico, generan “trabajos” marginales. Y estas personas, quizá vencidas por la falta de oportunidades y la posibilidad de hacer algo de plata en poco tiempo, se ponen a delinquir, sin importarles las consecuencias. Claro que es una decisión de cada conciencia: el changarín, la obrera, el cartonero, el canillita, saben muy bien de qué estoy hablando. Pero hay algo más. Todo el mundo se queja de los y las jóvenes: de que no tiene respeto, de que sólo les interesa la joda, por el vino, por las drogas. Yo los veo sumidos en una falta de futuro tremendo, con falta de proyectos, de amor por una vocación y, encima, con un bombardeo constante de basura, donde parece que el que no tiene plata y fama es un boludo. Desde el Estado Nacional, tampoco hay una política de prevención, y lo que es peor, de generación de empleo. Por eso me alegro cuando encuentro jóvenes con ideales, que trabajan o estudian y luchan por ser felices y para que esta sociedad esté un poquito mejor. Entre risas y oraciones. Por E.G. Dividida entre la cultura monástica y la cultura popular de los goliardos, la Edad Media dejó un legado de símbolos arraigados en el más profundo cristianismo. La Edad Media en Occidente está regida políticamente por el vínculo feudal: un siervo se obliga como vasallo a servir a un señor feudal que controla su vida. La Iglesia fue la institución que más creció en esta etapa de la Historia de la Humanidad en Europa y el templo, lugar donde se celebraban las misas, era la obra de arte por excelencia de esta cultura. Los constructores eran los monjes que estaban iniciados en los simbolismos sagrados, también en Matemática (a la que consideraban la ciencia humana más alta y la más próxima al conocimiento divino), Arquitectura, Astronomía y Música. Para ellos, rezar equivalía a cantar ocho horas diarias (el rezo individual y silencioso no existía) y ese canto se denominó gregoriano. Simbolismos en el templo Las iglesias estaban orientadas hacia el Este, que simbolizaba la victoria de Dios contra el diablo, del bien sobre el mal y de la vida sobre la muerte. Un tema recurrente en la plena y en la baja Edad Media fue el Advenimiento del Juicio Final, ya que la doctrina milenarista predicaba que en el año 1000 o 1033, Cristo volvería a juzgar las acciones de los hombres y ellos podrían vivir una vida más placentera. Pasa que las condiciones eran muy duras y dolorosas para los habitantes europeos: la mayoría era analfabeta, cada tanto una peste los diezmaba y el alimento escaseaba. Las figuras alegóricas preferidas de los frescos y mosaicos eran los cuatro Evangelistas. San Lucas corresponde al toro, San Marcos al león, San Mateo al Ángel y San Juan al águila. La imagen de Cristo está representada con mayor tamaño y en general sus facciones son adustas. Su mano derecha estaba levantada y sus dedos trazaban el signo de la bendición apostólica, mientras que la izquierda señalaba el infierno. Excesos y estudio Las escuelas catedralicias eran las monopolizadoras de la educación. Las universidades comprendían diferentes facultades y un Doctorado en Derecho, por ejemplo, llevaba al estudiante, doce o trece años. En Francia, la catedral de Nuestra Señora de París (Notre Dame) fue un polo de atracción de los goliardos, intelectuales bulliciosos y adeptos a los excesos de todo tipo, que a veces recurrían a la mendicidad o se ganaban la vida como juglares o bufones. EN el siglo XIX (año 1803) Johan Christoph Von Aretin encontró un manuscrito con 300 rimas que databan de los siglos XII y XIII, escritas en su mayoría en latín, alemán medio y francés antiguo. Estas rimas contenían críticas hacia las instituciones eclesiásticas y políticas de la época en tono satírico. Además, hablaban del goce del amor, de la naturaleza y hacían elogios del vino y del juego. Estas críticas, a mi entender, y la forma de vida de estos juglares, son un anticipo de lo que, siglos después, se llamaría literatura picaresca. Las rimas dieron en llamarse Cármina Burana, aunque también se las encuentra como Canto de goliardos. Una vida entre mazurcas y polonesas. Por E. G. Referente del artista romántico del siglo XIX, Federico Chopin no logró el éxito masivo, pero sus obras encarnan la nostalgia y la delicadeza de su espíritu. Polaco de nacimiento, Chopin recorrió, siendo un adolescente, toda Europa, dando conciertos y aprendiendo de otros músicos con los que entabló relaciones entrañables. Un ejemplo de ello es la amistad que entabló con Franz Liszt, quien años después escribió una biografía. Un niño prodigio Chopin nació en 1810 y su padre Nicolás era profesor de lengua y literatura francesa en el Liceo de Varsovia. La familia se codeaba con la aristocracia de esa ciudad y su hogar fue un punto de encuentro de intelectuales y artistas distinguidos. A los 7 años comenzó a estudiar el piano con el profesor Zywny y a los 8 años compuso su primera obra, la Polonesa en Sol menor. El 26 de septiembre de 1818, durante la visita de la emperatriz María-Teodorovna, madre del Zar, al Liceo de Varsovia, el pequeño Chopin ejecutó dos danzas polacas de su autoría. Esto marca el comienzo de una carrera ininterrumpida de composiciones. Viajes y amores Después del bachillerato, Chopin se embarcó en una serie de viajes que lo llevaron por Londres, Praga, Viena y finalmente París. En cada una de estas ciudades, el pianista dio conciertos, con algunos altibajos emocionales (le causaba profundo dolor estar lejos de su familia) pero con gran éxito de crítica y público. Tuvo tres amores importantes: Constanza Gladkodska, platónico, pero que lo hizo ilusionarse mucho; María Wodzinska, joven con la que estuvo comprometido (sus padres luego romperán el compromiso al enterarse de que Chopin era tuberculoso) y la gran escritora Aurora Dupin, más conocida como George Sand, en los círculos literarios de París. Con Sand vivirán un amor apasionado, tortuoso a causa de la enfermedad del músico y de dos formas de vida distintas. Sin embargo, según Jesús Bal y Gay, biógrafo de Chopin, “aquello (la convivencia en París) fue dejar vía libre a las inclinaciones que latían en aquellas dos almas: a ella le gustaba hacer de madre; a él, de hijo (…)”. George Sand era siete años mayor que Chopin y éste necesitaba cuidados permanentes a causa de su avanzada tuberculosis. Fue mientras convivía con la escritora que Chopin produjo toda una serie de obras maestras: desde el Allegro de concierto, pasando por la Mazurca en La menor, la Tarantella y los dos Nocturnos Op. 48, hasta el Preludio en Do sostenido menor Op. 45. La gran Alfonsina. Por E. G. Arquetipo de la mujer valerosa, que se abre paso a través del esfuerzo, el trabajo y la poesía, Alfonsina Storni sigue siendo una gran inspiración para las nuevas generaciones. Los comienzos “Yo soy como la loba, ando sola y me río/ del rebaño. El sustento me lo gano y es mío/ dondequiera que sea, que yo tengo una mano/ que sabe trabajar y un cerebro que es sano. / El hijo y después yo, y después… ¡lo que sea! Así hablaba la poetisa en su primer libro La inquietud del rosal, publicado en 1916. Asombraba ya por la época el orgullo con el que esta mujer de poco más de veinte años, se refiere a su vida, con un hijo de soltera y todo. La inquietud del rosal fue tildado de inmoral. Sin embargo, Alfonsina se iba consagrando de a poco, ingresando en cenáculos literarios en los que apenas había mujeres, y haciéndose respetar por su obra, su carisma y su sentido del humor. Una nota importante de su carácter, que los biógrafos resaltan, era su agudeza para contestas frente a quien fuera, la palabra ingeniosa y presta para defenderse, o simplemente hacer una broma. En esta etapa de su vida, Alfonsina vivía en una pieza de pensión con su hijo y juntos sufrieron muchas penurias económicas. La consagración En 1925 se publicó Ocre, su cuarto libro de poesía, que la llevó a la fama y a una consagración latinoamericana. Para ese entonces, Alfonsina ya es amiga de grandes artistas de la época, como Horacio Quiroga, José Ingenieros, Quinquela Martin o Gabriela Mistral. Además, colabora con La Nación, y con otros periódicos y revistas. El periodismo siempre fue para la poetisa una vocación y una entrada, aunque magra, de dinero. El teatro también fue otra de sus vocaciones, llegando a escribir tres obras aunque con escasa repercusión de crítica. Alfonsina había sido actriz de reparto a los quince años, en la compañía de don José Tallaví. Con esta compañía había recorrido gran parte del país durante todo un año. A pesar del éxito, la escritora comenzó a sufrir de obsesiones, paranoia y depresión y en 1938 se le diagnosticó un cáncer de mama. Su triste final, arrojándose al mar en Mar del Plata, donde descansaba todos los años desde hacía tiempo, para algunos ya estaba cantado. Nos quedaron la belleza de sus versos y la luz de su gran personalidad. Lentejuelas y crisis de identidad. Por E.G. Sadomasoquismo y patines El glam rock fue una explosión pasajera que supo reflejar, acompañar y velar la crisis de identidad de miles de jóvenes en el mundo. Quizá, las raíces del glam rock, están en los Estados Unidos de fines de los ’60 y principios de los ’70, de la mano de dos bandas bisagra en la historia del rock: New York Dolls y Velvet Underground. Los primeros, se travestían y hasta usaban patines en escena. Sus ropas eran de cuero brillante, usaban boas de colores y se pintarrajeaban la cara como prostitutas de veinte dólares. La Velvet Underground, apadrinados por Andy Warhol, que les dio un espacio y cierto renombre, constituyeron una vanguardia con sus sonidos experimentales (vidrios rotos, violines que aullaban como gatos) y sus letras sobre drogas duras, callejuelas intransitables, desamor en una gran ciudad y sadomasoquismo. La movida en Gran Bretaña Sin embargo, fueron otros los nombres del glam. Una vez traspolado a Gran Bretaña, allí emergió y fue popular de la mano de artistas como Marc Bolan, Suzi Cuatro, Gary Glitter o David Bowie. La postura de este género no sólo se basaba en canciones pegadizas, en clichés y letras fáciles, sino que también hubo álbumes con una perspectiva artística muy potente, como el gran The Rise and Fall of Ziggy Stardust del ’72, cuyo autor, David Bowie, apoyado en una banda como pocas (Spiders from Mars) supo reflejar la crisis de identidad de muchos jóvenes. Ziggy Stardust era un marciano que llegaba a la tierra para ser feliz, pero el objetivo no se cumple. Le quedan las canciones y el dolor de ser un incomprendido. Pero no todo eran problemas en el glam rock. Una de las pocas mujeres que surgieron, la bajista Suzi Quatro, creó un manojo de temas casi imperecederos, con riffs poderosos y fáciles. Algunos admiradores la ven como un anticipo del estilo riot grrrl, y aunque no levantaba las banderas del feminismo, no era poca cosa verla con su talla diminuta y sus ropas de cuero, ladrándole al micrófono. Otro de los protagonistas de la movida glam, fue Gary Glitter, de verdadero nombre Paul Gadd (glitter en inglés significa glamour, brillo, atracción), que se consolidó con Glitter (1972). Sufrió la bancarrota en los ’80 y ’90 y aunque sus presentaciones en vivo siguieron dando que hablar, su carrera musical se interrumpió tras ser acusado de pedofilia. Lo que mejor lo representa es Rock’n’roll: Gary Gltter’s Greatest Hits del ’98. Slade, con ritmos imprudentes e himnos estróficos, tenía como cantante a una de las grandes voces del rock británico: Noddy Holder. Roxy Music demostró que las ideas de vanguardia y experimentales funcionan para una canción de tres minutos, como en For Your Pleasure (Para tu gusto) del ’73. T Rex demostró en Electric Warrior (Guerrero Eléctrico) del ’71 y The Slider (El resbaladero) del ’72, que el glam rock era divertido y no podían tomarse muy en serio a ellos mismos. Queen demostró, al principio, podía ser considerada una banda glam, con sus formas amaneradas y su versatilidad. El glam rock fue un fenómeno de los primeros ’70, pero su influencia se puede rastrear en varios grupos británicos de la década del ’90 como Gay Dad, Suede y Kenickie. Sin duda lo más innovador en el glam, fue plantear con valentía ciertos temas tabú, aun hoy, en el mundo del rock. Una temporada con Verlaine. Por E. G. Arthur Rimbaud revolucionó las letras francesas con sólo dos libros de poesía. Una temporada en el infierno es una obra basada en las experiencias con su amante Paul Verlaine. En 1871, Rimbaud envió desde Charleville, el poema “El barco ebrio” a Verlaine, que se encontraba en París. A partir de allí (y de la llegada de Rimbaud a la capital francesa) se inicia un turbulento amor que finalizará con un tiro en la muñeca de Rimbaud y Verlaine en prisión. El encuentro Paul Verlaine era un poeta con algo de renombre, casado con Mathilde Mauté, mujer joven de buen pasar. Mathilde estaba embarazada de ocho meses cuando Rimbaud apareció, invitado por su marido para quedarse una temporada y ser presentado en sociedad. “Ven querida y gran alma, te espero”, habían sido las palabras del poeta. Pero no sabía con quién se encontraría. Rimbaud era un joven irreverente y antisocial que no tardó en hacerse odiar por los refinados cenáculos parisinos. Arthur se burlaba cuando los demás poetas leían, bostezaba y otras lindezas. Finalmente lo echaron. Allí comienzan una serie de viajes que los llevarán desde Bélgica a Londres, probando todo tipo de drogas (como opio y hachís), usando y abusando del “desorden de los sentidos” proclamado por el joven Rimbaud. Pero el egoísmo de éste pudo más y una tarde abandonó a Verlaine, que cayó en una crisis de angustia. Su madre escribió a Rimbaud pidiéndole que vuelva y juntos lo ayudan a superar el trance. La despedida Meses después, Rimbaud regresó a Charleville y comenzó a escribir Una temporada en el infierno. Su destino errante lo llevará a África, a comerciar con armas y marfil, sin haber conocido la fama. Fue Verlaine quien lo rescató del olvido y gracias a que editó sus obras en París años más tarde, Rimbaud tuvo algo de prestigio. Pero ya era demasiado tarde. “El sin alma” (como había escrito en una carta años antes) desdeña París, los círculos literarios y ese prestigio. Sin embargo, se va creando poco a poco una leyenda, sobre el poeta niño y el hombre que abandona la literatura para hacer poesía con la vida. Murió de cáncer de rodilla en 1891. Verlaine le sobrevivió cinco años, entre períodos de alcoholismo y ascetismo. Él también creó una obra a partir de la relación de ambos: Romanzas sin palabras, 1874. TS Nro 9 Editorial Año conflictivo y doloroso. Demonios y ángeles luchando por la paz mundial y en mi mente y en mi corazón, talaron los árboles. Pero los árboles no siempre mueren del todo. Algo siempre queda: una semilla, una rama verde; un brote. Algunos, inclusive, renacen más poderosos, enfurecidos y sedientos de vida. Se acerca la Navidad. Navidad triste, Navidad alegre. En Occidente, para la Navidad, siempre nace un niño, un niño que, lamentablemente, debe morir por nosotros 33 años después. Brindo porque ese niño no haya muerto del todo y esté más vivo que nunca en nuestros corazones. About love ¿Matan gente en las películas? Porque tigres y leones, sí matan. ¿Drogan gente en las películas? ¿Violan gente, en las películas; hacen abortos? ¿Golpean gente en las películas? ¿Las películas, son sólo películas? ¿El arte debe imitar directamente la realidad? ¿O debe convertirse en una elipsis metafórica y didáctica, quizá, acción directa? ¿Es saludable trabajar desde la memoria emotiva o jugar con ella, que, en definitiva, no es lo mismo? ¿Se puede ser un gran actor, una gran actriz, sin comer tanta basura? ¿Ni de un director, ni de un guionista, ni de un productor, ni siquiera de un estudio, que te pise la cabeza, la creatividad, el amor, y hasta te deje sin tu propio dinero? ¿Cuántas veces por día les vamos a decir a nuestros hijos que (¡por Dios!) no hace falta ser famosos? Ser pobre, o desconocido, no es una deshonra para nadie. “Estoy desesperadamente solo y triste”: te arreglan con un gato y un whisky. “¿Qué hice de mi vida?”: te arreglan con una patada en el culo. “Me drogaron y me violaron. Me equivoqué”. Y te dejan completamente solo. Completamente sola. Dicen que el periodismo puede ser solidario. Así también la abogacía o la medicina. Después de todo, everything is about love. Amor por la humanidad. Los mellizos Mis padres tenían un video club. Prácticamente me crié allí, fue la época más feliz de mi vida. No sólo porque veíamos películas y más películas, sino porque además, me sentía completamente libre. Mis padres eran buenas personas para todo el mundo. Se conocieron en circunstancias extrañas: mi madre había caído con un tipo pesado, de redes de trata. La había drogado durante una semana, y después, ella quedó embarazada. Mi padre apareció y al cabo de varias idas y vueltas y de un aborto de prepo por parte de mis abuelos, pudieron estar juntos. Nunca pudieron superarlo. Para ellos hubiera sido su primer hijo. No estaban de acuerdo con el aborto, aun en situación de violación. Como decía mi bisabuela: “El bebé no tiene la culpa”. Un bebé de un mes y días, pesa aproximadamente 400 gramos, mide unos 15 centímetros, y tiene forma de medialuna. Mienten los libros que dicen otra cosa. La unión de dos células, es una vida. Una nueva vida. En Navidad, cuando mis dos hermanas, mi hermano y yo éramos chicos, la pasábamos genial. Preparábamos obras de teatro y rotábamos los papeles y los cargos. Un año, yo era el director, otro año, mi hermana mayor, y otro, los menores. Los menores eran mellizos y querían, siempre, ir a todos lados y hacer todo juntos. Un año, nos reunimos con el barrio: había mesas en la calle y en la vereda. Pero papá y mamá discutieron con los que trajeron un lechón asado y terminamos los seis, en la cama grande, comiendo sándwiches de tomate y mirando una película. -¡No se come carne de ningún animal, no se come huevo y no se toma leche!- gritó papá en la calle. Todavía me sorprende cómo todos se quedaron callados, con una mezcla de vergüenza y de culpa. Varias familias se hicieron veganas después de esa Navidad. Cuando se hizo viejo, redobló su resistencia, y mi madre lo siguió apoyando. -¿Por qué te casaste con ese loco de mierda?- gritó mi abuela un día. Mi madre no le habló por quince años. La verdad, nunca vi en mi vida, dos personas que desearan tanto estar juntas y todo el tiempo, como mi madre y mi padre. Salvo los mellizos. Punkettes incompleto Si algo bueno tiene internet, es que uno puede bajarse todas las películas y toda la música que quiera. Recuerdo haber bajado muchas cosas, pero una de las que más me gusta es un CD con varias de las mejores canciones que escuché. Poly Sterne, Wendy O´Williams, Siouxie Sioux, Joan Jett. ¡Qué cantantes, querida! ¿Sabían que Wendy ya había inventado el rock industrial allá por los ochenta? ¿O que Siouxie no es la reina del hielo sino una hermosa mujer con un gran registro vocal? Me encanta cómo Poly se emociona hasta quebrarse en Germ Free Adolescent. ¡Y qué decir de Joan! La autoridad con que despliga notas supera la de muchos cantantes de punk. Es una verdadera lástima que estas mujeres sean relegadas de enciclopedias y libros de rock. Me gustaría mucho que, alguna vez, se las integrara al canon y pudiéramos superar diferencias. Una civilización inteligente, es la que lucha por el bien común, tirando todos para el mismo lado. Te mesé la barba Cualquiera que haya leído el Mío Cid Campeador, conocerá el significado de esta expresión. Un hombre vapuleado y humillado por su rey, otrora gran vasallo, lucha hasta recuperar su honra. El Mío Cid no es sólo un cantar de gesta, también es una obra que habla de la superación personal y de la fuerza de voluntad, por sobre todas las cosas. Cumplir objetivos, recuperar lo perdido; amor propio. Y si vamos al caso, ¿qué es el amor propio, más que el amor por todos? Como bien solía decir Sartre, lo bueno para mí, puede y debe ser lo bueno para todos. Cuidar a los niños, a las mujeres y a los ancianos, no matar animales, no talar árboles, no mezclarse en negocios non santos; vivir nuestra propia vida como si fuera una joya. Un precioso diamante, de gran valía y noble precio, a los ojos de nuestro Creador.

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