lunes, 30 de junio de 2014

TS NRO 8

Lentejuelas y crisis de identidad. Por E.G. Sadomasoquismo y patines El glam rock fue una explosión pasajera que supo reflejar, acompañar y velar la crisis de identidad de miles de jóvenes en el mundo. Quizá, las raíces del glam rock, están en los Estados Unidos de fines de los ’60 y principios de los ’70, de la mano de dos bandas bisagra en la historia del rock: New York Dolls y Velvet Underground. Los primeros, se travestían y hasta usaban patines en escena. Sus ropas eran de cuero brillante, usaban boas de colores y se pintarrajeaban la cara como prostitutas de veinte dólares. La Velvet Underground, apadrinados por Andy Warhol, que les dio un espacio y cierto renombre, constituyeron una vanguardia con sus sonidos experimentales (vidrios rotos, violines que aullaban como gatos) y sus letras sobre drogas duras, callejuelas intransitables, desamor en una gran ciudad y sadomasoquismo. La movida en Gran Bretaña Sin embargo, fueron otros los nombres del glam. Una vez traspolado a Gran Bretaña, allí emergió y fue popular de la mano de artistas como Marc Bolan, Suzi Cuatro, Gary Glitter o David Bowie. La postura de este género no sólo se basaba en canciones pegadizas, en clichés y letras fáciles, sino que también hubo álbumes con una perspectiva artística muy potente, como el gran The Rise and Fall of Ziggy Stardust del ’72, cuyo autor, David Bowie, apoyado en una banda como pocas (Spiders from Mars) supo reflejar la crisis de identidad de muchos jóvenes. Ziggy Stardust era un marciano que llegaba a la tierra para ser feliz, pero el objetivo no se cumple. Le quedan las canciones y el dolor de ser un incomprendido. Pero no todo eran problemas en el glam rock. Una de las pocas mujeres que surgieron, la bajista Suzi Quatro, creó un manojo de temas casi imperecederos, con riffs poderosos y fáciles. Algunos admiradores la ven como un anticipo del estilo riot grrrl, y aunque no levantaba las banderas del feminismo, no era poca cosa verla con su talla diminuta y sus ropas de cuero, ladrándole al micrófono. Otro de los protagonistas de la movida glam, fue Gary Glitter, de verdadero nombre Paul Gadd (glitter en inglés significa glamour, brillo, atracción), que se consolidó con Glitter (1972). Sufrió la bancarrota en los ’80 y ’90 y aunque sus presentaciones en vivo siguieron dando que hablar, su carrera musical se interrumpió tras ser acusado de pedofilia. Lo que mejor lo representa es Rock’n’roll: Gary Gltter’s Greatest Hits del ’98. Slade, con ritmos imprudentes e himnos estróficos, tenía como cantante a una de las grandes voces del rock británico: Noddy Holder. Roxy Music demostró que las ideas de vanguardia y experimentales funcionan para una canción de tres minutos, como en For Your Pleasure (Para tu gusto) del ’73. T Rex demostró en Electric Warrior (Guerrero Eléctrico) del ’71 y The Slider (El resbaladero) del ’72, que el glam rock era divertido y no podían tomarse muy en serio a ellos mismos. Queen demostró, al principio, podía ser considerada una banda glam, con sus formas amaneradas y su versatilidad. El glam rock fue un fenómeno de los primeros ’70, pero su influencia se puede rastrear en varios grupos británicos de la década del ’90 como Gay Dad, Suede y Kenickie. Sin duda lo más innovador en el glam, fue plantear con valentía ciertos temas tabú, aun hoy, en el mundo del rock. Una temporada con Verlaine. Por E. G. Arthur Rimbaud revolucionó las letras francesas con sólo dos libros de poesía. Una temporada en el infierno es una obra basada en las experiencias con su amante Paul Verlaine. En 1871, Rimbaud envió desde Charleville, el poema “El barco ebrio” a Verlaine, que se encontraba en París. A partir de allí (y de la llegada de Rimbaud a la capital francesa) se inicia un turbulento amor que finalizará con un tiro en la muñeca de Rimbaud y Verlaine en prisión. El encuentro Paul Verlaine era un poeta con algo de renombre, casado con Mathilde Mauté, mujer joven de buen pasar. Mathilde estaba embarazada de ocho meses cuando Rimbaud apareció, invitado por su marido para quedarse una temporada y ser presentado en sociedad. “Ven querida y gran alma, te espero”, habían sido las palabras del poeta. Pero no sabía con quién se encontraría. Rimbaud era un joven irreverente y antisocial que no tardó en hacerse odiar por los refinados cenáculos parisinos. Arthur se burlaba cuando los demás poetas leían, bostezaba y otras lindezas. Finalmente lo echaron. Allí comienzan una serie de viajes que los llevarán desde Bélgica a Londres, probando todo tipo de drogas (como opio y hachís), usando y abusando del “desorden de los sentidos” proclamado por el joven Rimbaud. Pero el egoísmo de éste pudo más y una tarde abandonó a Verlaine, que cayó en una crisis de angustia. Su madre escribió a Rimbaud pidiéndole que vuelva y juntos lo ayudan a superar el trance. La despedida Meses después, Rimbaud regresó a Charleville y comenzó a escribir Una temporada en el infierno. Su destino errante lo llevará a África, a comerciar con armas y marfil, sin haber conocido la fama. Fue Verlaine quien lo rescató del olvido y gracias a que editó sus obras en París años más tarde, Rimbaud tuvo algo de prestigio. Pero ya era demasiado tarde. “El sin alma” (como había escrito en una carta años antes) desdeña París, los círculos literarios y ese prestigio. Sin embargo, se va creando poco a poco una leyenda, sobre el poeta niño y el hombre que abandona la literatura para hacer poesía con la vida. Murió de cáncer de rodilla en 1891. Verlaine le sobrevivió cinco años, entre períodos de alcoholismo y ascetismo. Él también creó una obra a partir de la relación de ambos: Romanzas sin palabras, 1874.

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