Déjalo ser. Por E.G. Nunca nadie hubiera imaginado que estos cuatro muchachos, hijos de la clase media baja de Liverpool (Inglaterra) llegaran tan alto y se convirtieran en una especie de bisagra de los tiempos. Con ellos, lo accesorio, como la vestimenta y los peinados, y lo esencial, como una forma de pensar y de vivir, tomaron una nueva faceta. El amor, la libertad, la amistad, la melancolía, adquirieron tonalidades renovadoras de la mano de melodías que, si bien al principio eran de talla comercial, con el tiempo abordaron lo experimental y produjeron un cambio dentro del rock y del pop, que aun hoy, más de cuarenta años después, tiene repercusiones. Los orígenes La vida de los Beatles no comenzó el 2 de marzo de 1963, día en que Please please me trepó al número 1 de los ránkings en Inglaterra. Más bien comienza el día en que un alcoholizado Lennon adolescente conoce a McCartney, después de un recital con su banda (The Quarrymen) en una parroquia de la ciudad. Un amigo en común los presentó; poco después McCartney contactó a Harrison. El último en aparecer fue Ringo, que reemplazó a Pete Best para las primeras grabaciones. Quizá el momento de afianzamiento de la banda, cuando Paul todavía tocaba la guitarra y en el bajo estaba Stuart Sutcliffe, fueron esos meses de gira por Hamburgo (Alemania), gira en que los Beatles subían al escenario vestidos con camperas y pantalones de cuero negro, escupían al público y se insultaban entre ellos. Este comportamiento llevó a Ringo (que los encontró mientras él giraba con Rory Storm) a decir que se veían y actuaban como “una verdadera banda proto-punk”. Sin embargo, un año después, firmaban contrato con Brian Epstein como representante y éste los domeñó, moldeándolos para que tuvieran una imagen y un sonido más comercial. Beatlemanía y después La llegada de Please please me al número 1 de las listas musicales de Gran Bretaña, significó la grabación del primer disco (del mismo nombre) y el comienzo de la Beatlemanía (proceso por el cual la histeria femenina daría rienda suelta, a la par de un aluvión de merchandising de la banda). En febrero del ’64, los Beatles desembarcarían en un EE.UU aburrido de la música sacra que las radios difundían después del asesinato de Kennedy (ocurrido unos meses antes) y el fenómeno se hizo mundial. El 5 de noviembre de ese mismo año, The Beatles se presentaron en el Teatro Príncipe de Gales, formando parte de la Función de Variedades por Orden Real, a la que asistieron la princesa Margarita y la Reina Madre. El titular del Daily Express fue contundente: “Los Beatles conmueven a la Realeza”. Fue allí donde Lennon, con su característica irreverencia y en medio de un griterío infernal, dijo: “Los de los asientos baratos, aplaudan. Los demás, hagan sonar su joyería”, antes de despacharse con una versión inolvidable de “Twist y gritos”. La Beatlemanía significó para la banda una serie de giras y presentaciones extenuantes, hasta 1966. Desde el ‘63 al ‘66 se sucedieron los álbumes: With the Beatles, Beatles for sale, Help!, y Rubber soul. A partir de este último, los Beatles se metieron en el camino de la experimentación con instrumentos (Harrison introdujo el sitar) y con sonidos que desafiaban, tanto los equipos para tocar en vivo y los estudios de grabación, como la música que en general se estaba haciendo por esos días. Un nuevo ciclo Para la mentalidad del showbussines de fines de los ’60, dejar de tocar en vivo, significaba una especie de suicidio para cualquier grupo que se preciara de tal. No lo fue, en efecto, para los Beatles, que dieron a luz, dentro de los poco sofisticados estudios de grabación de entonces, los mejores álbumes de la música pop de todos los tiempos. Los Beatles, de la mano de un Lennon que ansiaba liberarse (y que ya había conocido a Yoko Ono), de un Harrison que dio sus mejores composiciones (como “Something”, “Old Brown Shoe”, “Here comes the sun”, “While my guitar gently weeps”) y de un McCartney que mantenía el equilibrio con su costado melódico (pese a sorpresas como “Helter Skelter”), abrieron caminos que aun hoy siguen vigentes para todo músico. Así se sucedieron Revolver, White Álbum (una verdadera gema doble, que es una competitiva demostración de lo que cada uno de los miembros del grupo podía hacer), Yellow Submarine, Let it be, Abbey Road. Pero los Beatles ya no eran los mismos. Años de convivencia, sufrimientos y ambiciones, los habían desgastado. En el documental Let it be, se ve parte de lo que fue ese resquebrajamiento. El 10 de abril de 1970, Paul anunció a los diarios que abandonaba The Beatles por “diferencias personales, comerciales y musicales”. La separación estuvo plagada de amenaza, insultos y gritos de odio. Millones de personas en el mundo entero se lamentaron y por muchos años fantasearon con una nueva reunión. Pero los Beatles eran sinceros, y ninguna montaña de dinero o de éxito, lo iba a obligar a montar una farsa. Hubo una reunión con Harrison aun vivo que les permitió sacar Free as a bird con cintas de grabaciones de Lennon, que les procuró Yoko Ono. La magia pareció revivir en plena década de los noventa. Sin embargo, no hacen falta cintas remasterizadas: lo mejor de los Beatles está plasmado en esos nueve discos que construyeron juntos y que los elevaron a la altura de los clásicos modernos. Desventuras y hazañas de un pícaro. Por E. G. Simplicius Simplicissimus de Grimmelshausen es una novela que ya, en 1668, era moderna. EN pleno siglo XVII y enmarcada en la tradición picaresca, supo retratar los horrores de la Guerra de los 30 años. Grimmelshausen no fue un autor reconocido en vida. Es más, vivió alejado de las cortes y del mecenazgo de los príncipes alemanes que era, en ese momento, la manera de llegar al éxito y de vivir de la literatura. Su existencia fue casi anónima, trabajando como notario de varios oficiales, criando junto a Katharina Henniger una prole de diez hijos y dando a luz algunas de las obras más importantes de la literatura universal como La pícara coraje, El curioso Springisfeld o el Simplicius Simplicissimus. Obra diversa Según Jan Sholte, la estructura de cinco libros del Simplicissimus se atiene fielmente a los principios aristotélicos. Sholte se basa en las teorías del psicólogo Jung, quien postuló que el drama clásico construido en cinco actos, contiene la forma primitiva de todo sueño y creación poética humana. Además de ser autodidacta y popular (su única educación formal fue una escuela de franciscanos en la niñez) Grimmelshausen estaba imbuido en la cultura renacentista de su país, que había retomado el Humanismo luego de dos siglos de Reforma protestante. El barroco alemán, por otro lado, presenta, particularidades específicas como la introducción de géneros literarios provenientes de otras latitudes como España, Inglaterra, Italia y Holanda. La novela picaresca, procedente de España, es otra de las fuentes de inspiración del autor de Simplicissimus. La obra, de hecho, cuenta las vicisitudes del pícaro, héroe y antihéroe, católico y protestante, malhechor y asceta, en su lucha por sobrevivir dentro de una sociedad sumida en la guerra y la miseria. Al mismo tiempo, Grimelshausen trabajará lo autobiográfico, formativo y didáctico, en la mejor tradición del “Bildungsroman” alemán. Simplicius y la Guerra de los 30 años El protagonista narra en la novela, la serie de artilugios que, como todo pícaro, tuvo que desarrollar para seguir con vida. Así, arrancado en su adolescencia de la aldea en que nació, por un grupo de soldados que la arrasan, se ve catapultado hacia el mundo. Simplicius será bufón en la corte de Hanau (donde, haciéndose pasar por loco, dirá algunas verdades), soldado imperial, propietario de bienes y famoso cazador, actor en la ópera de París; se verá convertido en indigente después de que le roben toda su fortuna, para finalmente repuntar su economía en la aldea de la Selva Negra, aldea de la que salió. Sin embargo, hacia el final de la novela y capitalizando todo lo aprendido, dará un vuelco a su vida, eligiendo valores trascendentales. “… Cada uno debe conocerse a sí mismo, ello me hizo reflexionar y me movió a mí mismo a pedirme cuenta de mi vida pasada, porque la pereza llenaba toda mi vida. El cuerpo está cansado, el juicio rebasado, la inocencia perdida…”, y así es como Grimmelshausen hará reconocer los errores cometidos por su personaje, para hacerlo pasar al ámbito del ascetismo.
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